"Las nuevas tecnologías están redefiniendo el concepto de fidelidad", según un estudio de UNIR

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Publicado: martes, 4 marzo 2025 12:07

   LOGROÑO, 4 Mar. (EUROPA PRESS) -

   Las nuevas tecnologías están transformando el concepto de fidelidad. En relación con este fenómeno, conocido como "ciberinfidelidad", Gemma Mestre-Bach, investigadora de la Universidad Internacional de La Rioja (UNIR) y experta en adicciones comportamentales, asegura que "el auge de las interacciones digitales ha ampliado el espectro de la infidelidad. Actividades como el cibersexo, el sexting y las interacciones eróticas en redes sociales o mensajería instantánea han generado nuevas normas sociales sobre qué se considera una infidelidad en la pareja".

   Esta conclusión forma parte de la investigación realizada por Mestre-Bach, en colaboración con la Universidad de Yale, donde se analiza cómo la irrupción de las tecnologías digitales ha transformado la intimidad y ha abierto un debate social y científico sobre el tema.

   El estudio, publicado recientemente en la revista científica Current Addiction Reports, examina cerca de 50 investigaciones sobre la relación entre el consumo de pornografía, su uso problemático y la infidelidad. Además, explora la percepción social de estos fenómenos y sus implicaciones en las relaciones de pareja.

IMPLICACIONES PARA LA SALUD MENTAL Y LAS RELACIONES DE PAREJA

   Según la última encuesta del CIS sobre la vida sexual de los españoles, el 64,5 por ciento considera infidelidad mantener conversaciones subidas de tono a través de mensajes.

   "Las diferencias en la conceptualización de la ciberinfidelidad pueden estar relacionadas con su naturaleza relativamente novedosa, ya que los criterios para definirla aún no están socialmente establecidos", explica Mestre-Bach.

   En este contexto, la investigadora añade que "más allá de si se considera o no infidelidad, los estudios muestran que el consumo de pornografía y su uso problemático pueden tener efectos negativos en la salud mental y en las dinámicas de pareja, afectando la estabilidad y la satisfacción en la relación".

   La ciberinfidelidad puede generar un nivel de angustia similar al de una infidelidad presencial. De hecho, en uno de los estudios analizados, alrededor del 50 por ciento de los participantes afirmaron haber experimentado un impacto emocional significativo tras descubrir que su pareja participaba en actividades sexuales en línea, incluso sin contacto físico directo con otra persona.

   Asimismo, se ha comprobado que muchas parejas experimentan malestar emocional cuando uno de los miembros de la relación se involucra en prácticas digitales relacionadas con el sexo, como el cibersexo o el sexting.

   Por este motivo, los autores del estudio recomiendan un enfoque multidisciplinario que combine educación sexual, psicoterapia y estrategias de intervención dirigidas a quienes enfrentan dificultades con el uso de la pornografía o la infidelidad digital.

PORNOGRAFÍA E INFIDELIDAD

   La investigadora principal del Grupo de Investigación en Adicciones Comportamentales de UNIR sostiene que "actualmente no existe un consenso claro sobre si el consumo de pornografía debe considerarse una forma de infidelidad. Mientras que algunas personas lo ven como una alternativa a una aventura, otras lo perciben como una traición a la confianza en la pareja".

   No obstante, el uso reiterado de material pornográfico puede modificar la percepción de la monogamia y la exclusividad sexual, normalizando prácticas que algunos podrían considerar infidelidad, según reflejan los estudios analizados.

   "Los resultados indican que la pornografía no solo influye en la percepción de la fidelidad, sino que también puede estar asociada a actitudes y comportamientos relacionados con la infidelidad", asegura Mestre-Bach.

   Las diferencias en estas percepciones parecen estar determinadas por factores como el género, la edad, la religiosidad y el nivel de ansiedad en las relaciones. También influyen el grado de contacto físico o la implicación emocional en las actividades en línea.

   Los investigadores sugieren que estas diferencias pueden deberse a normas culturales sobre la sexualidad y las relaciones de pareja. En sociedades con valores más tradicionales, el consumo de pornografía puede interpretarse como una transgresión mayor que en contextos más liberales.

   En este sentido, los estudios evidencian una amplia variabilidad en la percepción de estas prácticas: mientras algunos las consideran una forma leve de infidelidad, otros las equiparan con una aventura física. Como dato relevante, uno de los estudios analizados revela que el 26% de las mujeres encuestadas considera que el uso de pornografía constituye una forma de infidelidad.

UN DEBATE EN EVOLUCIÓN

   El impacto de la pornografía en las relaciones de pareja y su posible vínculo con la infidelidad seguirá siendo objeto de debate en los próximos años. Los investigadores enfatizan la necesidad de seguir explorando los factores que influyen en estas percepciones y comportamientos.

   "A medida que cambian las normas sociales y evolucionan las tecnologías digitales, será fundamental continuar investigando y promoviendo un diálogo abierto sobre cómo estas prácticas afectan la vida afectiva y sexual de las personas", concluye la experta en adicciones comportamentales de UNIR.