La Audiencia de Madrid juzgará hoy a los miembros del 'Clan del García', que vendía droga en Valdemingómez

Actualizado: lunes, 20 septiembre 2010 14:03

MADRID, 20 Sep. (EUROPA PRESS) -

La Audiencia Provincial de Madrid juzgará a partir de hoy al 'clan del García', cuyos integrantes se dedicaban a la venta de drogas en el poblado chabolista de la Cañada Real.

En el banquillo de los acusados se sentarán José Ramón J. B., alias 'García'; Francisco J.B.; Emilio J.F.; Ángela F. F; María F. S.; Vanesa J. F.; Víctor Augusto D.M.; Isidoro B.B.; Antonio B.S.; Manuel J.B; y Bernando J.B.

Los acusados se enfrentan a penas que oscilan entre los cuatro y los nueve años de cárcel por delitos contra la salud pública, contra atentado a agente de la autoridad, daños y falta de lesiones.

La Unidad de Drogas y Crimen Organizado (Udyco) de la Brigada Provincial de la Policía Judicial de Madrid desarticuló al grupo organizado en febrero de 2009 tras comprobar la actividad de compra-venta de droga durante varios meses.

Durante las detenciones, se produjo una auténtica batalla campal en la que participaron 50 antidisturbios y varios agentes. Los miembros del clan lanzaron ladrillos, sillas, objetos contundentes y hasta palos de golf.

Los acusados comenzaron sus actividades delictivas, relacionadas casi siempre con las drogas, en el ya desmantelado poblado chabolista de Torregrosa, en Villaverde. A pesar de que los miembros fueron realojados, dejaron la vivienda asignada e instalaron su 'oficina' en las Barranquillas y, posteriormente, se mudaron a Valdemingómez, donde se instalaron en la parcela del padre del clan.

El patriarca, conocido como el García, dividió su la parcela entre dos hijos y un nieto. Todos vivían allí con sus familias y se iban van turnando para vender la droga las 24 horas del día. Además, había tejido un negocio familiar de gran asentamiento, ya que proporcionaba a todos sus vástagos casa, trabajo y dinero.

La investigación, llevada a cabo por agentes del Grupo XIV de la Udyco comenzó en noviembre de 2008, a raíz de diversas vigilancias que señalaban este lugar como un importante punto negro de distribución de estupefacientes al menudeo en la Comunidad de Madrid.

Los agentes comprobaron que el 'modus operandi' de este grupo consistía en que los compradores entraban en el patio de la parcela, contactaban con algún miembro del clan familiar y pasaban a alguna de las construcciones existentes en el interior. Pasados unos minutos, abandonaban el lugar.

Varios compradores fueron interceptados y su registro puso de manifiesto que allí se vendía cocaína y heroína. Por tanto, los policías decidieron intervenir y solicitaron a los Juzgados en varias ocasiones órdenes de entrada, que fueron denegadas por las características de la construcción, ya que la parcela no era de su propiedad, no había referencias de la misma en el censo y en ella se había edificado cuatro casa distintas.

Por eso, pidieron ayuda a la Fiscalía de Madrid, que finalmente les concedió el permiso necesario para intervenir. De este modo, varios agentes de la Udyco comenzaron la operación.

Comprobaron que los supuestos traficantes habían fortificado la construcción con elevados muros, un portón desproporcionado y esclusas para evitar el acceso de las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad.

En un momento dado, aprovechando la salida de varios toxicómanos que habían ido a comprar droga, varios agentes consiguieron colarse por el portón y apresaron a Victor Augusto D.M., de 49 años de edad, que ejercía las labores de 'machaca' y que tenía 30 antecedentes por delitos contra la propiedad. Natural de Barranquilla (Colombia) aunque nacionalizado español, utilizaba varios alias, había tenido varias detenciones y una personación judicial pendiente.

Tras arrestarle, los agentes abrieron el portón y los detenidos y muchos habitantes del poblado se atrincheraron en sus casa y desde allí comenzaron a sufrir una lluvia de sillas, piedras, ladrillos, palos de golf, otros objetos contundentes procedentes de una obra cercana y hasta una pala de construcción.

Los agentes requirieron la presencia de la Unidad de Intervención Policial, que con sus 50 antidisturbios consiguió controlar la situación y detener a los miembros del clan delictivo. La 'batalla campal' terminó con cinco coches policiales destrozados y varios agentes heridos de levedad, con diferentes contusiones.