El doctor Senderowicz será juzgado desde el lunes por la muerte de Déborah Catalán, que falleció tras una liposucción

Actualizado: sábado, 27 mayo 2006 14:15

Las acusaciones solicitan cuatro años de prisión y seis de inhabilitación para el doctor y su ayudante

MADRID, 27 May. (EUROPA PRESS) -

El Juzgado de lo Penal número 21 de Madrid juzgará a partir del lunes al doctor de la clínica Icema Gerardo Raúl Senderowicz y a su ayudante María Victoria Bonne acusados de un delito de homicidio por imprudencia en la muerte de Déborah Catalán, una mujer de 36 años que en enero de 2002 se sometió a una operación de cirugía estética y falleció después de aplicarle una dosis tóxica de anestésico.

Según informaron fuentes jurídicas, el juicio se desarrollará los días 29, 30 y 31 de mayo y el 1 y 2 de junio en la citada dependencia judicial y comenzará con las declaraciones de los procesados. Senderowicz y Bonne se enfrentan a una petición de cuatro años de prisión y seis de inhabilitación como autores de un delito de homicidio por imprudencia profesional.

El escrito de conclusiones del Ministerio Público, al que ha tenido acceso Europa Press, señala que Gerardo Raúl Senderowicz, licenciado en Medicina y Cirugía pero sin título especialista válido en España, abrió en julio de 1998 en la calle de Maldonado, en el distrito de Salamanca la clínica Icema (Centro Internacional de Cirugía Estética de Madrid) sin obtener de la Comunidad de Madrid la licencia de apertura y funcionamiento.

Pese a ello, el doctor inició su actividad y el 25 de enero de 2002 citó a la paciente Déborah Catalán para practicarle una liposucción. Los procesados realizaron la intervención en el despacho de Senderowicz "siendo ambos plenamente conscientes de que la operación debía realizarse en un quirófano".

FALTARON A LA 'LEX ARTIS'

El fiscal destaca en su escrito que los inculpados, "olvidando las más elementales normas de cuidado y faltando a la 'lex artis'", iniciaron la liposucción marcando con un rotulador las zonas a tratar. Una vez hecho esto, aplicaron a Déborah una anestesia local que previamente habían elaborado mezclando sustancias anestésicas "sin tener conocimiento cierto de lo que estaban manejando ni la concentración de las mismas".

Los imputados comenzaron la intervención cuando, en un momento dado, la paciente comenzó a "convulsionarse violentamente", lo que obligó a Senderowicz y a Bonne a parar la operación para intentar reanimar a la mujer. Al no poder lograrlo, los encausados llamaron al 061, cuyos facultativos sólo pudieron certificar la muerte de la mujer por parada cardiorrespiratoria.

Los análisis de las muestras de sangre tomadas de la autopsia revelaron que los encausados habían inyectado una dosis tóxica de anestésico que contenía mepivacaína en un nivel "netamente tóxico" cuyo efecto se vio potenciado al venir mezclado con lidocaína en un nivel entre "terapéutico elevado y tóxico moderado". "La acción asociada de ambos anestésicos multiplicó el efecto tóxico, causándole la muerte a la paciente", concluye el fiscal.

"UNA EXTRAÑA SONRISA"

La letrada que ejerce la acusación particular, María Jesús González, aseguró a Europa Press que los inculpados actuaron de una forma negligente ya que, a los 10 ó 15 minutos de que Déborah recibiera la anestesia "empezó a sonreír extrañamente", no dándose cuenta ni el doctor ni su ayudante de que esa "extraña sonrisa no era otra cosa de un cuadro de toxicidad del sistema nervioso central por anestésico local que produce contracciones en la cara y crisis convulsivas".

Por su parte, Carlos Sardinero, el abogado que representa a la Asociación del Defensor del Paciente (ADEPA), manifestó que los encausados mostraron "una absoluta ignorancia sobre el adecuado manejo de anestésico" en la intervención que practicaron a Déborah.

Esta no será la primera vez que el doctor Senderowicz se enfrente a un procedimiento judicial, ya que en noviembre de 2002 fue condenado por el Juzgado de Primera Instancia número 53 de Madrid a indemnizar con 38.888 euros a una paciente a la que practicó tres operaciones de nariz, dejándole dos orificios en el suelo de las fosas nasales lo que le provocan la salida de líquidos por la nariz mientras se lava los dientes.