Rajoy: sólo un Gobierno "sectario" caería en la tentación de ofrecer cooperación a cambio de una Iglesia "en silencio"

Actualizado: lunes, 17 julio 2006 16:59

Defiende la libertad en la enseñanza de la Religión y se opone a una asignatura que "imponga" un modelo de ciudadano

ARANJUEZ, 17 Jul. (EUROPA PRESS) -

El presidente del PP, Mariano Rajoy, apostó hoy por la "laicidad" estatal y la cooperación con la Iglesia que favorezca que sus ciudadanos puedan ejercer, sin problemas, su libertad y creencias religiosas y avisó de que en democracia no resulta "admisible" que el precio de la cooperación con las autoridades eclesiásticas haya de ser "la pérdida o disminución de la libertad" o "si se prefiere, la pretensión de una Iglesia en silencio". "Sólo un Gobierno sectario caería en una tentación así. La libertad religiosa comprende el derecho de la Iglesia a transmitir a sus fieles su doctrina", apostilló.

"La auténtica laicidad del Estado moderno es requisito indispensable para que exista un verdadero sistema de libertades, de las libertades que afectan más a la esencia de la persona: las de pensamiento, conciencia y religión. Esta autolimitación al servicio de la libertad imponen al Estado una actitud de neutralidad confesional que es, asimismo, garantía de libertades. la neutralidad quiere decir que el Estado social y democrático de Derecho no puede, en cuanto tal, tanto en sus normas como en comportamientos, ser beligerante y adoptar una postura propia en el terreno de las convicciones", explicó.

Rajoy se pronunció así durante su intervención en un curso sobre colaboración Iglesia-Estado que se ha desarrollado en los cursos de verano de la Universidad Rey Juan Carlos, en Aranjuez (Madrid) --que ha sido dirigido por el Cardenal Antonio Cañizares--, una intervención en la que Rajoy afirmó que ninguna corriente ideológica o religiosa puede poseer el "monopolio" de la configuración de los valores básicos de una sociedad libre. "Pero tampoco ninguna corriente ideológica o religiosa puede quedar excluida, ni puede ponerse en cuestión su legitimidad para intervenir o influir en los procesos sociales que lo conforman", enfatizó. Añadió, asimismo, que la laicidad que propugna excluye "la beligerancia u hostilidad antireligiosa".

"Tanto el laicismo como los fundamentalismos religiosos son enemigos de la libertad y de sus posiciones. Si logran imponerse, conducen inexorablemente al totalitarismo --adujo--. La libertad es indivisible. La mutilación o restricción de una libertad concreta afecta al conjunto del sistema de libertades. No se puede ser selectivo en materia de libertades"..

LA ASIGNATURA DE RELIGIÓN.

A continuación, se refirió a la enseñanza de la religión en las escuelas españolas, un problema "no resuelto", pese a que, bajo su punto de vista, se podría lograr una solución dentro de los parámetros constitucionales y respetando los principios recogidos en la Declaración Universal de Derechos Humanos de 1948. "En el horizonte histórico aparecen dos nociones clave que se configuran como los ejes de la Declaración: Por una parte, la consideración de los derechos humanos y las libertades como el fundamento del orden jurídico y social y, por otra, en congruencia con ello, la limitación del poder del Estado, con el reconocimiento del valor del pluralismo", apuntó.

"En el ámbito educativo, estas ideas se plasman en el reconocimento explícito de las familias como sujetos principales de las tareas educativas", subrayó Rajoy, quien insistió en la "limitación" del Estado en materia educativa a fin de asumir únicamente su "obligación de respetar y atender" las convicciones de las familias. "Este enfoque es rigurosamente incompatible con los postulados del 'estatalismo educativo' que, en sus diversas vertientes, ha negado siempre los derechos de los padres en materia educativa --argumentó--. Se conculcaría, por tanto, gravemente el modelo si se estableciera una norma en contra del sentir de las familias y sin respetar escrupulosamente sus derechos".

Entonces, sacó a colación los resultados de la última encuesta del CIS, en la que el 70,4 por ciento de las familias españolas se manifiestan a favor de la enseñanza religiosa en los colegios y se preguntó por qué no se acepta esa realidad "con naturalidad". "Lo que ocurre es que en esta cuestión se está produciendo una disociación cada vez mayor entre el discurso público y la realidad social. Es preocupante. Este fenómeno, que es una patología en las democracias, acontece cuando el poder pretende forzar la realidad social para transformarla conforme a postulados ideológicos. Precisamente esto es el despotismo: que el poder, con el concurso de todos los medios a su alcance, prtende imponer su discurso a la sociedad", señaló.

Dicho esto, sentenció que hay que respetar la Constitución a este respecto y ofrecerse enseñanza religiosa "conforme a las convicciones religiosas y morales de las familias" y en un espacio público de una sociedad "pluralista" como es la escuela. "¿O es que la escuela, que pertenece al espacio público, no debe esar presente el pluralismo realmente existente en una sociedad?, ¿no resulta una incongruencia y una hipocresía intentar impedir que ello suceda?, ¿no forma parte de una retórica basada en el engaño exaltar, por una parte, el pluralismo, y pretender por otra expulsarlo de la escuela?, ¿no es ésta una actitud de miedo a la libertad, inscrita en los propósitos de uniformización ideológica que acaban desembocando en proyectos totalitarios?", planteó.

Estas cuestiones, a su entender, preocupan a la opinión pública no sólo por la nueva Ley de Educación, sino por la "reformulación" que el Estatuto de Cataluña y otros proyectos de reforma estatutaria se plantean en esta materia y que han dado lugar a una "orientación inquietante" que "no responde a los parámetros del acuerdo constitucional" de 1978, plasmado concretamente en los artículos 16 y 27 de la Carta Magna. Y citó a Tocqueville para apelar a la "instrucción y libertad" como dos conceptos inseparables para el desarrollo democrático.

"Un Estado que abrace el valor supremo de la libertad no debe imponer en ningún ámbito, tampoco en el sistema educativo, concepciones filosóficas o religiosas determinadas. Por ello, no puedo dejar de advertir aquí el riesgo de adoctrinamiento que supone la pretensión de nuestro gobierno de imponer una asignatura que tenga como objeto configurar un modelo determinado de ciudadano --puntualizó--. Sería un grave error. Uno de esos errores que se pagarían finalmente con la libertad de todos encorsetada bajo la uniformidad".

Rajoy aprovechó entonces para abogar nuevamente por la cooperación entre el Estado y la Iglesia, alegando que el espíritu de la Transición debe imponer la necesidad de "mirar al futuro" sin "ataduras de un pasado que la Constitución trata de superar". "En este sentido, la cooperación entre la Iglesia y el Estado y la laicidad de éste sigue siendo una oportunidad de futuro porque sirve a una estructura de libertad que, entre otras cosas, salvaguarda la libertad religiosa y el derecho fundamental a ejercitarla, también en la escuela", determinó,.