Actualizado 22/05/2010 14:00

Andrés Aberasturi.- Bloques.

MADRID 22 May. (OTR/PRESS) -

Resulta al menos pelín desolador la radicalización que vivimos en los medios de comunicación de esta España nuestra y en esa minoría de ciudadanos que viven la política de una forma apasionada. Aquí, o bendices y justificas todo lo que hace el Gobierno, o justificas y bendices todo lo que hace la oposición. Y no hay términos medios. Pero esa visceral defensa de unos o de otros conlleva además la crítica feroz, despiadada y hasta insultante de quienes no son "los tuyos".

Estas posiciones han vuelto a encenderse con las últimas medidas del Gobierno que pueden -y deben- ser discutidas pero no necesariamente descalificadas en bloque. Todo parece indicar que eran necesarias y que ahora se trata de que se apliquen con criterios realmente proporcionados. El problema es que tal vez no hubiéramos tenido que llegar a esto si se hubiera gobernado de otra manera, si en el tiempo de las vacas gordas se hubiera guardado algo en la hucha en lugar de dilapidar demasiado dinero inútilmente una veces y mal controlado otras. He defendido el "Plan E" pero he criticado el nulo control que se ha tenido sobre esas inversiones millonarias. Y estoy por la labor de que paguen más los que más tienen, pero eso es aun un misterio por resolver que no debería hacerse desde el IRPF. Y para terminar con las solidaridades, insisto en discrepar de las declaraciones de Mayor Oreja, de la primeras a bocajarro y de las ultimas algo más matizadas pero igualmente excesivas.

El problema principal del Gobierno es que es el encargado de gobernar y por lo tanto el responsable de las decisiones que de verdad se toman. La oposición puede hacerlo bien, mal, o -como yo creo- una veces bien y otras fatal; pero no deja de ser la oposición, de forma que ni sus recetas ni sus criticas van más allá de lo retórico. Otra cosa bien distinta es que en la comunidades autónomas que gobiernan prediquen o no con el ejemplo. Pero hasta la fecha, el presidente del Gobierno es Rodríguez Zapatero y por tanto sobre él hay que opinar bastante más que sobre Rajoy o Durán.

Y lo que uno reprocha a este Ejecutivo es que nunca ha tenido un plan realmente serio, más o menos global, ni para afrontar una crisis que negó hasta el ultimo momento, ni para reflotar una economía que ahora nos coloca en una más que difícil situación. No lo ha hecho porque o no sabido o no ha querido, porque esperaba el milagro o nunca creyó que se llegara a esta situación. Pero gobernar es decidir y no aplazar, es arreglar y no parchear. Y eso no lo ha hecho ZP. La famosa Ley de Economía Sostenible no era nada y sigue sin ser nada.

Las reformas que ahora nos imponen desde Bruselas, las habían pedido en el Congreso muchos grupos parlamentarios muchas veces, pero no quiso ni oírlas. Y distraídos con el "tijeretazo", aun seguimos preguntándonos qué pasa con la reforma labora, con la reestructuración del sistema financiero o la reconsideración de las políticas energéticas. Nada. Seguimos a la espera pero nadie sabe muy bien a la espera de qué, a la espera por qué. Con dos año por delante, hay tiempo para abordar muchas cosas y hasta para darse cuenta de dos asuntos fundamentales: el primero es que mientras no disminuya el paro, el país no saldrá del agujero y el segundo que ya es hora de preguntarse si nuestra economía aguanta un estado autonómico no ya como el que teníamos hasta ahora sino como el que se empeñó en "refundar" ZP. O vamos hacia un estado federal con todas sus consecuencias o alguna vez habrá que decir basta y echar otra vez las cuentas. Pero ninguno de los dos bloques que controlan la opinión pública desde los despachos y desde los medios, parece estar por la labor de la coherencia.

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