Actualizado 30/03/2010 14:00

Andrés Aberasturi.- Los principios activos como teoría (política).

MADRID, 30 Mar. (OTR/PRESS) -

Trasladar fundamentalmente a los medios de comunicación y, muy especialmente, a determinados y habituales tertulianos, y también a los partidos la teoría de los principios activos que la medicina cada vez más impone en sus recetas, sería un ejercicio beneficioso para todos: para los periodistas porque volverían a tener una credibilidad que desgraciadamente van perdiendo; para los políticos que se verían enfrentados a una realidad quizás discutible pero honesta en lugar de a dos coros: el de los aduladores y el de los críticos ciegos; y naturalmente para la sociedad española que no asistiría perpleja al lamentable espectáculo que entre todos estamos dando y que desemboca en la indiferencia cuando no en el rechazo absoluto.

¿A qué llamo "principios activos"? A los hechos tal cual son frente a las marcas que serían esos mismos hechos pasados por el alambique de los intereses partidistas o de grupos de presión económicos, religiosos etc. Y me permito poner algunos ejemplos que hoy están en todos los periódicos.

Se habla de campañas de unos y de otros en contra o a favor del juez Garzón; lógicamente son campañas "con marca". ¿Qué ocurriría si sólo atendemos al principio activo? Pues que al margen de que sea Garzón o su porquero, hay unos hechos que comienzan con unas denuncias, que se admiten a trámite en dos tribunales y que posiblemente desemboquen en un juicio. ¿Es necesario asustarse por esto en un Estado de Derecho? ¿A qué viene tanto escándalo? Naturalmente que hay intereses en los que denuncian porque de otra forma no lo harían, pero el problema es la denuncia misma y su admisión a trámite, no quien la pone ni contra quien se dirige. Personalmente me gustaría que Garzón saliera limpio de todo este embrollo pero no por eso puedo deslegitimar ni a los denunciantes ni a los tribunales.

Otro tanto -aunque con matices bien distintos- ocurre con el consenso que pretende alcanzar el Gobierno para poner en marcha sus medidas sobre la Ley de Economía Sostenible. Cuando ni un solo partido -por ahora- está dispuesto a firmar ese documento de las 50 iniciativas y encima a la mayoría de los expertos no les parece el adecuado sino que es manifiestamente mejorable, está claro que el principio activo de las medidas no acierta con la enfermedad. Empeñarse en mantenerlo y no enmendarlo y buscar aliados por las afueras de la receta misma, no conduce a ninguna parte. Pero la marca PSOE no quiere genéricos en este caso.

Otro tanto habría que decir de la oposición en un plano más interno. Hay un principio activo en el seno del PP llamado corrupción que ha mutado para convertirse en Gürtel o en Matas. Génova necesita cada vez más urgentemente una vacuna, pero dentro del partido de Rajoy hay tantos laboratorios que nadie se toma en serio la enfermedad y entre todos están haciéndola más fuerte y resistente. No quieren ver la realidad y por eso pasa lo que pasa y -aun peor- pasará lo que sin duda va a pasar.

Toda esta teoría es tan viaja como el periodismo y la política: se llama objetividad y honestidad. Pero estos dos valores, ay, hoy por hoy no cotizan en la bolsa española.

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