MADRID 26 Oct. (OTR/PRESS) -
Algunas referencias informativas al comité federal del PSOE del pasado fin de semana sugieren algo parecido a una rebelión de los barones socialistas. Referencias interesadas en ventear climas de opinión interna que no se corresponden con lo ocurrido en la reunión del sábado pasado. Al menos no con el relieve informativo que se dieron a conocer.
Afectan a las intervenciones de dos presidentes autonómicos. Vara, el extremeño, y Barreda, el castellano-manchego. Dos de diecisiete, que se limitaron a pedir más participación de los dirigentes regionales en la estrategia del partido a escala nacional y más coordinación entre los mismos. Para eso se creó en su día el llamado Consejo Territorial. Como desde entonces no se ha prodigado demasiado en reuniones, tanto Vara como Barreda reclamaron que vuelva a reunirse.
Absolutamente razonables dichas peticiones de estos barones. Por lo demás, se sumaron encantados al clima de general asentimiento por la reciente remodelación del Gobierno y la recuperación de la iniciativa política después de unos meses de agobio. Se despeja el horizonte presupuestario, se toma impulso en base a los pactos políticos con el PNV y Coalición Canaria y se rompe la cintura del adversario.
En ese diagnóstico hubo unanimidad. Y sin salirse de ella, sino aprovechándola, el líder de los socialistas madrileños, Tomás Gómez, pidió a Rodríguez Zapatero un rápido pronunciamiento sobre su candidatura a las elecciones generales de 2012. Gómez la desea, la apoya y la promueve, como la mejor baza del PSOE para ganar la Moncloa por tercera vez. Pero algunos han querido ver en esa intervención la voz de un disidente ¿Un disidente el que apuesta de forma tan clara por Zapatero?
No se repara, en cambio, en otros pasajes de la reunión mucho más elocuentes, a mi juicio. Por ejemplo, la incomprensible tendencia de Zapatero a justificarse cuando se relaciona a su Gobierno con el felipismo. Como un dirigente extremeño, Francisco Fuentes, le interpeló sobre si hay tantos o cuantos ministros de esa estirpe, Zapatero le replicó que en su primer Gobierno había más ministros vinculados a la etapa de Felipe González que en éste.
No se entiende que Zapatero lo vea como algo negativo. A mucha honra, debería decir, si de verdad cree en la memoria de un partido político con la historia del PSOE. Eso significa que sus logros, así como su progresión política e ideológica, se asienta sobre aportaciones solidarias de militantes y dirigentes. Quiere decir que el avance de esa organización vive de procesos acumulativos al paso de las generaciones. ¿Qué tiene de particular que la generación de Zapatero incluya aportaciones de la de Felipe?