MADRID 26 Oct. (OTR/PRESS) -
Hace ocho meses, tras la debacle en las elecciones generales del pasado mes de noviembre, el PSOE celebró un congreso extraordinario en Sevilla para elegir al sucesor de Zapatero al frente de la Secretaría General del partido. Se presentaron dos candidatos -Alfredo Pérez Rubalcaba y Carme Chacón- resultando elegido el primero por un escasísimo margen de votos de los delegados que representaban en el cónclave socialista a todos los militantes. La elección, según los estatutos internos, es para un periodo de cuatro años, por lo que si Rubalcaba quisiera, podría ser secretario general de su partido hasta el 2016.
El pésimo resultado obtenido el pasado domingo por el PSOE en Galicia y el menos malo, aunque con un importante descenso, en el País Vasco, ha abierto en las filas socialistas el debate sobre si Rubalcaba es el líder que necesita en estos momentos el PSOE para afrontar esta etapa política. El problema es que hace ocho meses le eligieron como líder, y no parece serio ni desde luego recomendable para el propio partido, que pasado tan corto periodo de tiempo se ponga encima de la mesa esta cuestión, salvo que se reconozca públicamente que aquel congreso de Sevilla no resolvió la cuestión de fondo, que era y sigue siendo la grave crisis de identidad que afecta al PSOE y que lo que únicamente se dirimió en la capital hispalense fue una batalla de personas, de clanes, de afinidades en torno a las persona de Chacón y de Rubalcaba, batalla en la que resultó vencedor este último.
El PSOE necesita una reflexión en profundidad que afecta fundamentalmente a su proyecto ideológico y político en la España del siglo XXI que es una España muy diferente a la de hace treinta y cinco años, cuando con Felipe González al frente del partido, este fue un actor fundamental en la transición política. En estos momentos, hay muchos militantes y votantes del PSOE que dudan sobre la vigencia de al menos tres de las siglas de este partido. Muchos son los que piensan que no es Socialista, mucho menos Obrero, y en cuanto a la E de Español, las dudas son menos en sentido negativo, si se mira hacia el discurso del PSC en Cataluña o incluso en el País Vasco o Galicia.
No puede convertirse en un tópico el que la democracia española necesita un PSOE fuerte, entre otras cosas porque será tarea de los dos grandes partidos nacionales, el PP y el PSOE, hacer frente juntos al desafío secesionista planteado abiertamente en Cataluña por Artur Más y CIU y al que con toda seguridad llegará también desde el País Vasco de la mano del PNV y EH-Bildu. Por eso, es deseable y necesario que el PSOE resuelva con cierta urgencia su grave crisis interna. Pero no parece que la solución pase exclusivamente porque se vaya Rubalcaba y poner ¿a quién?