Actualizado 30/09/2010 14:00

Consuelo Sánchez-Vicente.- 29-S: La huelga del miedo.

MADRID, 30 Sep. (OTR/PRESS) -

Donde hubo piquetes hubo huelga, y donde no, no. Creo que con mejores modales que otras veces, comparativamente. Y entramos en harina. En todo el mundo conocido las huelgas a quien se le hacen es al Gobierno, porque el Gobierno es único con poder y firma en el BOE para adoptar las medidas que rechazan los huelguistas. Pero esta puede entrar en el Guines de los récord como la primera huelga contra la oposición. Tomo Madrid como hilo conductor de está crónica porque Madrid, 'reventar Madrid', era el símbolo del éxito o del fracaso sindical, lo han reconocido los propios sindicatos en los días previos del 29-S... por el pecado de ser un feudo del PP, así de 'cutre'. Allí instalaron UGT y CCOO sus más potentes baterías piqueteras. Coincido con ambos en que la noche la ganó la huelga, pero el resto del día no, desde que amaneció, en mi opinión, el ganador fue el trabajo, las ganas y/o la necesidad de trabajar de los madrileños.

No sólo en Madrid sino en toda España, a medida que fue abriendo el día y desaparecieron los piquetes, miles de cabreados ciudadanos que tuvieron que levantarse con el alba porque querían ejercer su derecho a trabajar (o por algo tan respetable como que no podían permitirse perder un día de sueldo), derrotaron a la huelga. Esta huelga, estos sindicatos de liberados gratis total (a los liberados no se les descuenta del sueldo el día de huelga), no han sido capaces, como pretendían, de parar España, lo más que consiguieron fue que amaneciese dos o tres horas más tarde.

Retrasar el reloj de una ciudad democrática que confía en el imperio de la ley es fácil. Sobre todo las grandes urbes como Madrid, Barcelona, Valencia, etc, tienen una logística compleja pero centralizada en grandes "mercas" y "garajes". Madrid -por volver al ejemplo que mejor conozco- es muy vulnerable a los abusos de los sectores con poder para tomar a sus ciudadanos como rehenes, y de noche más. De noche todos los gatos son pardos, y para parar la hora punta de Madrid basta bloquear las cocheras del metro y el autobús unas horas, y el atasco y el subsiguiente retraso está servido. Esto es lo que ví, mi opinión sobre el 29-S, con un matiz que me está dando qué pensar: tengo la impresión de que el factor más contundente, el que más gente dejó en casa, no ha sido la acción de los piquetes sino el miedo a cruzarte con ellos y que te rompieran el coche, o la cara.