Actualizado 25/09/2010 14:00

Esther Esteban.- Más que palabras.- ¡Al suelo que vienen los nuestros!...

MADRID 25 Sep. (OTR/PRESS) -

El proceso de primarias es, sin duda, un ejercicio de Democracia interna, que debería hacerse con plenas garantías y total transparencia. Nada mejor que hablen las bases y que decida la militancia, esos hombres y mujeres resignados que tienen fe ciega en las siglas que defienden y que casi siempre constituyen una mayoría silenciosa. Los militantes, pagan sus cuotas, llenan los mítines, aplauden a sus líderes -aunque merezcan ser abucheados- y tienen una fidelidad y una lealtad al partido que para sí quisieran los llamados "aparatos". Nadie se acuerda del militante de a pie salvo en los procesos electores donde se les pide que hagan proselitismo por su causa a cambio de nada. La silente y resignada vida política del militante de a pie se convierte en bulliciosa y atronadora cuando los que mandan necesitan de su voz y su apoyo para seguir haciéndolo, pero aun así si de ahondar en la democracia interna se trata, a las primarias no se les puede poner un pero salvo que, durante la celebración de las mismas, aparezcan negras sombras de pucherazo como esta ocurriendo en el PSOE de Valencia y en Madrid.

La guerra de los avales en ambas federaciones está resultando un espectáculo poco edificante, ya no solo porque se esté practicando juego sucio, sino porque los recuentos además de caóticos levantan profundas sombras de sospecha.

En Madrid después de 38 interminables horas mirando con lupa los resultados, Trinidad Jiménez ha visto anulados 702 avales mientras que a su adversario Tomás Gómez le han invalidado la mitad 350. El número, en ambos casos es altísimo, pero lo importante no es la cifra sino lo que esta esconde. "Estos días han llamado muchos compañeros diciendo que aunque habían avalado a Trini, porque no querían enfrentarse abiertamente al aparato de Ferraz, el voto como es secreto será para nosotros" me comentaba un directo colaborador del líder de los madrileños, quien denunciaba sin pelos en la lengua las presiones que los militantes están teniendo de Moncloa y Ferraz " los mandamases del partido han decidido que esto es la guerra y no es que estén matando moscas a cañonazos es que ya van por las armas químicas. A la gente que tiene algún tipo de cargo de representación se les esta amenazando directamente con no incluirles en las listas" señalaba. Algo similar comentan los `partidarios de la ministra de Sanidad pero en sentido inverso apelando al poder del aparato del PSM en manos de su adversario.

Sea como fuere las criticas no es que sean ácidas, sino casi desapiadas. "Al suelo que vienen los nuestros" que diría el pragmático Pío Cabanillas- sabedor como era, por propia experiencia, que los peores enemigos no están en casa ajena sino en la propia cuando de "pillar" poder se trata-. Y si no que se lo digan al ex ministro Antonio Asunción que ha visto truncado su objetivo de competir frente a Jorge Alarte, tras anularse 200 avales sin que sus interventores estuvieran presentes cuando se abrieron los sobres. La sombra de "pucherazo" que ha planeado en Valencia es lo que le faltaba a un partido cuyas peleas internas le han situado al borde del abismo y que en las encuestas sigue sin levantar cabeza con caso Gürtel o sin el. Las primarias deberían servir para fortalecer la democracia interna de los partidos pero la falta de transparencia y el juego sucio las convierten en un arma de doble filo y en un escaparate donde exhibir las propias miserias y los más bajos instintos. Lo dicho ¡al suelo que vienen los nuestros!.

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