MADRID, 7 May. (OTR/PRESS) -
Dejó dicho el clásico que todo esfuerzo inútil conduce a la melancolía, pero olvidó añadir que la Audiencia Nacional era la excepción que confirma la regla. Excepción, porque es el caso que algunos magistrados españoles han decidido colaborar en el casting del ¡caiga quien caiga¡ de la justicia universal.
A excepción de Grande Marlaska, todos los demás tienen ahora en sus manos el sumario-guión con el que intentan dar el salto a la fama fuera de nuestras fronteras. Uno quiere esclarecer lo ocurrido en Guantánamo con los talibanes secuestrados por Bush; otro pretende empapelar a dos ministros chinos por la represión comunista en el Tibet; el tercero quiere averiguar si Franco miró para otra parte cuando los nazis perpetraron el Holocausto; el de más allá, en fin, quiere apretarle las tuercas al Estado de Israel por lo de Gaza.
De Baltasar Garzón -iniciador en el 98 de esta saga con el caso Pinochet-, sólo cabe decir que es quien sentó las bases para convertir la Audiencia en un gran plató. Porque de eso se trata. De hacer justicia virtual. Digo esto porque los jueces saben mejor que nadie que todos los sumario abiertos están abocados a la nada. Saben que para poder juzgar a quienes pretenden empapelar, los imputados deberían estar en España y para que se diera esa circunstancia sería menester que Estados Unidos, China e Israel tuvieran firmado un tratado de extradición con nuestro país. Dicho convenio no existe y, en consecuencia, el procedimiento se quedará en un brindis al Sol. Brindis, eso sí, esmaltado por los focos de la televisión... y la fama. Está visto que de mayores quieren ser como Garzón.
Hace dos días, Carlos Dívar, presidente del Consejo General del Poder Judicial, les pidió expresamente que cejaran en el vano empeño de convertir a la Justicia española en el gendarme universal. A la vista está que no le han hecho ni puñetero caso. Ya tenemos, pues, en marcha una nueva ONG. Se llama "Jueces sin fronteras"¡Dentro video¡
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