MADRID 18 Ago. (OTR/PRESS) -
El 'caso Assange' se complica. Ya están implicadas las justicias y los ejecutivos de Gran Bretaña, Suecia, Ecuador y, claro, Estados Unidos, que se mantiene hasta ahora en un discreto perfil, probablemente moviendo los hilos entre bastidores. Incluso el que fue 'juez estrella' español, Baltasar Garzón, asume un cierto protagonismo como parte del equipo defensor del fundador de Wikileaks. Los hechos son confusos -y más que algunos quieren confundirlos_, el ruido diplomático, tremendo, y, por tanto, hay que tener las ideas muy claras. Y, para mí, estas ideas claras son las siguientes:
- Estados Unidos persigue políticamente a Julian Assange por haber publicado -"robado", dicen las fuentes oficiales norteamericanas- documentos clasificados, que ponían en tela de juicio algunos procedimientos de la Administración militar y civil estadounidense. Si ahora se intensifican las gestiones para la extradición de Assange ello se relaciona, seguramente, con la campaña electoral que enfrenta a Obama a un ticket republicano que hará del patriotismo, del honor y del combate a "traiciones" como ellos dicen que es la de Assange, una de sus banderas. Obama quiere arrebatársela, incluso al precio de forzar a las diplomacias europeas para acabar trayendo a Assange ante los tribunales norteamericanos, que sin duda aplicarían una pena excesivamente 'ejemplar' a quien puso en ridículo a la política exterior del país.
- La diplomacia de Gran Bretaña podría estar actuando movida por las presiones de Washington. El ministro británico de Exteriores ha llegado a amenazar casi con esa 'diplomacia de las cañoneras' (entrar a saco en la embajada ecuatoriana en Londres, donde Assange se refugia) que empleó en su momento para dirimir el conflicto de Las Malvinas y como, metafóricamente, ha hecho en algún momento en Gibraltar. Grave error diplomático del Gabinete de Cameron... mientras Cameron veraneaba en España. Han logrado soliviantar a toda América Latina, donde se hallan países que, como Argentina, tienen patentemente escasas simpatías por el Reino Unido.
- La Justicia de un país tan indudablemente democrático como Suecia está dando un viraje bien extraño al insistir tanto en la extradición de un hombre, Julian Assange, acusado de dos presuntos delitos sexuales. Insisto en lo de presuntos, porque hay circunstancias cuando menos poco claras en esta acusación. Assange insiste en que la denuncia de dos jóvenes por abusos podría haber sido una trampa y, desde luego, no deja de darse alguna circunstancia más bien sorprendente, como que se pueda considerar violación una relación sexual consentida con alguien que se introduce sin ropa en la cama del luego denunciado. Por otra parte, Suecia no ha podido dar garantías fidedignas de que rechazaría una petición de extradición a Estados Unidos, donde los cargos que pesan contra Assange podrían calificarse, según bastantes fuentes, de 'políticos'.
- El presidente ecuatoriano, Correa, no es precisamente, contra lo que ahora quiere mostrar, un campeón de la libertad de expresión. Decenas de conflictos con los medios de su país lo avalan. Pero el asilo concedido a Assange le concede simpatías entre los nacionalistas que rechazan las 'injerencias' de Estados Unidos y un protagonismo entre los países latinoamericanos resentidos tradicionalmente con Washington. Electoralmente, Correa puede resultar beneficiado y, en todo caso, el veredicto de la Asamblea ecuatoriana indica por dónde anda la voluntad orgullosa de un país considerado 'pequeño' dentro de América Latina, pero muy significativo desde el punto de vista político y geoestratégico.
- Julian Assange es un personaje controvertido, que despierta pasiones a favor y en contra. Sin duda tiene algunos perfiles oscuros, pero, como periodista, no me queda otro remedio que apoyar la trayectoria de Wikileaks, que compartió sus documentos -¿robados? ¿filtrados? Eso parece lo de menos- con los principales periódicos del mundo y cuyas revelaciones fueron aireadas por todos los medios de comunicación. Las acusaciones de violación, a mi entender y sin conocer a fondo los detalles, no se sostienen ni, desde luego, justifican todo el escándalo montado en Suecia, salvo que haya cuestiones más profundas relacionadas con algunos de los puntos tratados más arriba.
- El 'caso Assange' no debe contemplarse como una guerra entre la derecha ideológica y la izquierda. Por mucho que Correa se alinee con los bolivarianos y por mucho que los defensores del fundador de Wikileaks, entre ellos el polémico exjuez Baltasar Garzón, esgriman ahora razones antiimperialistas y de violación de derechos humanos para oponerse a la situación de cautividad obligada que vive Assange. Tampoco puede convertirse en un factor de confrontación entre Europa y América Latina, como parece querer Correa en su reclamación de apoyoa la Organización de Estados Americanos (OEA).
Es este un tema que no debe prolongarse ni servir de nuevo ariete en las ya de por sí complicadas relaciones internacionales. Sin duda, se ha abierto un enorme frente de polémica jurídica, diplomática y hasta periodística. Una cosa, en todo caso, está ahora clara: sus perseguidores han conseguido hacer de Julian Assange, al fin y al cabo un personaje de solo relativa consistencia, un personaje internacional. Grave, gravísimo, desliz de gobiernos tan democráticos como los de los Estados Unidos de Obama, Gran Bretaña o Suecia, que, de paso, también han convertido a Correa en el héroe bolivariano que este movimiento desde mi punto de vista tan cuestionable necesitaba tras la decadencia física de Hugo Chávez. Menudo follón. Menudo Error. Menudo horror.