Actualizado 24/03/2011 13:00

Fernando Jáuregui.- Las excesivas ¿guerras? de Zapatero

MADRID, 24 Mar. (OTR/PRESS) -

Contemplando al ojeroso y como desganado inquilino de La Moncloa este miércoles en la sesión de control parlamentario, escuchándole el martes en su comparecencia parlamentaria sin entusiasmo defender la intervención -nunca habló de 'guerra'_ aliada en Libia, dí en pensar que nuestro presidente del Gobierno tiene demasiados frentes abiertos. Guerras que él no ha emprendido, pero en las que está involucrado, lo quiera o no, lo queramos o no.

Era de esperar el apoyo muy masivo del Parlamento español -no sé si es lo mismo en la calle; temo que no_a la intervención en Libia, junto a los aliados, que a veces tampoco parecen serlo tanto en torno a esta operación. Creo que esta guerra no podía evitarla Zapatero, digan lo que digan: la consideración internacional de España era una de las cosas que estaban en juego a la hora de prestar nuestros aviones y barcos a la causa del derrocamiento del tirano (aunque, en el juego de los eufemismos y medias verdades, nadie quiera reconocer que es de esto de lo que se trata).

Este reconocimiento internacional, que es una especie de calificación moral a la que no pueden acceder las agencias de 'rating', le va a ser muy necesario a Zapatero en la otra 'guerra' internacional que, precisamente, debe librar este jueves, en el Consejo Europeo que delibera sobre el pacto del euro y en el que España volverá, qué remedio, a ser examinada por la lupa cada vez menos unánime, menos prestigiada, pero más rigurosa, de los 'grandes' europeos. ¿Podrá llevar en su bolsillo el presidente español un acuerdo con las fuerzas sociales en torno a las subidas salariales asociadas a la productividad, como piden -exigen_en la UE? Porque esa es otra, y no precisamente pequeña, batalla.

Sume usted a todo ello la delicadísima decisión judicial acerca de si Sortu debe o no ser legalizada y el eterno debate sucesorio -de este sí tiene la culpa, casi en exclusiva, quien lo puso en marcha, es decir, el propio Zapatero_ y tendrá usted un panorama que explica esas grandes bolsas bajo los ojos presidenciales, esa ya casi perenne ausencia de su famosa sonrisa, que se convierte en abierto gestro agrio cada vez que se publican, mes a mes, las cifras de parados en nuestro país; se comprende...

No, Zapatero no puede ya hacer frente a tantas contiendas, a tantos sinsabores. Le faltan la ilusión y la ambición de gobernar. Tiene, sí, que permanecer en el timón para afrontar las medidas impopulares que le toca tomar -desde las reformas laboral y de pensiones hasta la participación en la 'intervención' en Libia, pasando por tantas otras cosas--, hasta que se celebren las próximas elecciones generales. Pero el futuro, sospecho que él lo sabe, ya no le pertenece: el futuro camina por otro lado y, como algunas veces he dicho, otra cosa será la consideración que ZP merezca en las páginas que le correspondan en la Historia, benévola siempre con los esforzados, con los admirablemente fracasados. fjauregui@diariocritico.com