MADRID 5 Sep. (OTR/PRESS) -
Decía Alfonso Guerra, cuando estaba en el apogeo de su poder, que "aquí, quien se mueve, no sale en la foto". Luego, cuando cambiaron las tornas, Guerra se movió, aunque con un sentido arraigado de la disciplina partidaria, y hasta va a Rodiezmo, a la fiesta de la UGT, pese a que el sindicato tiene convocada para finales de mes una huelga general que, lógicamente, es contra el Gobierno. Claro que UGT es, pese a todo, la gran cortejada por los políticos socialistas, hasta el punto de que Tomás Gómez, el díscolo y combativo candidato a la presidencia de la Comunidad de Madrid, se presenta ante un millar de seguidores este domingo, en su pugna por ganar las primarias a la ministra Trinidad Jiménez, en un local ugetista, presumiblemente ante carteles animando a la gente a secundar la huelga.
Resulta curioso comprobar cómo una especie de aire fresco empieza a penetrar por las ventanas, hasta ahora inexpugnables y herméticamente cerradas, de nuestros partidos políticos. No es solamente Tomás Gómez quien se ha colocado frente a los designios, que parecían omnipotentes, del vicejefe del 'aparato', José Blanco. En la Comunidad Valenciana, otro foco de debilidad socialista, ha sido Antonio Asunción, aquel ministro de Interior que tuvo la decencia de dimitir porque se le escapó el corrupto director de la Guardia Civil Luis Roldán, quien ha irrumpido sorpresivamente en escena -sorpresa, sobre todo, en el 'cuartel general' de Ferraz, que para nada había sido consultado_presentándose igualmente a elecciones primarias primero frente a su correligionario socialista y oficialista Jorge Alarte y después, si le gana, nada menos que frente a Francisco Camps, el actual presidente de la Generalitat valenciana.
Y ya que hablamos de resistencias frente a los 'aparatos' de los partidos, en el PP también encontramos algunos movimientos interesantes. Al propio Camps, sin ir más lejos, hay que reconocerle, al menos, el mérito de haber soportado presiones y embates procedentes de la dirección del PP sin descomponer demasiado el gesto. Lo mismo que Francisco Alvarez Cascos, el ex secretario general de los 'populares', que parece decidido a candidatarse como presidente asturiano en las elecciones de mayo, aunque el 'aparato' local del PP -y sospecho que también el nacional_haya formado un frente para impedirlo.
A mí, la verdad, estos aún aislados y tímidos focos de resistencia frente al 'dedo' designador y decisorio de los cuarteles generales de los partidos, me sigue pareciendo un síntoma alentador, un oasis en el desierto, una pequeña arboleda en el páramo. Claro que es mucho el trecho por recorrer aún en lo que toca a abrir puertas y ventanas para que el hálito de la calle entre en esos 'bunker' cerrados a todo y todos menos a las oligarquías dirigentes, pero algo es algo: se empieza por exigir primarias y se acaba, quién sabe, desbloqueando las listas electorales, aunque me parece que eso no lo verán, ay, mis ojos. Lo digo porque tengo incrustada en los oídos la frase que me lanzó a la cara, hace apenas dos días, un dirigente del PSOE: "no te engañes", me dijo, "aquí, el aparato siempre gana". Pues eso.