MADRID 14 Abr. (OTR/PRESS) -
Después de varios años "estudiando" el problema; después de meses y meses de "negociación" entre sindicatos y patronal -que hay que suponer que también llevan años "estudiando a fondo" el mercado laboral y las posibles alternativas-; después de dieciséis o treinta y dos declaraciones del Gobierno diciendo que "es innecesario abordar ninguna reforma laboral", aunque lo han pedido todos los organismos nacionales e internacionales; después de catorce, o veintiocho, declaraciones de Zapatero, de las dos vicepresidentas, del ministro Corbacho, José Blanco, Leire Pajín y el sursum corda negando que se vayan "a recortar derechos sociales"; después de decir que el Gobierno esperaría el acuerdo entre patronal y sindicatos antes de mover un dedo; después de que hayamos mandado al paro a dos millones y medio de trabajadores en dos años; después de que todavía se sigan perdiendo más de 1.000 empleos diarios* después de todo eso, el Gobierno se ha inventado el "modelo loden", es decir, la copia del contrato laboral austriaco y se lo ha enviado a patronal y sindicatos, que, por el momento, han hecho demostraciones públicas de un entusiasmo descriptible.
¿De qué se trata? De abaratar el despido, reducir los días de indemnización y de que las empresas creen un fondo para el despido que el trabajador "se puede llevar" de una empresa a otra o utilizar si le echan. Es posible que la música suene bien y que, por primera vez, alguien haya hecho algo inteligente: si algo funciona, cópialo. Pero muchos más piensan que éste es un nuevo salto en el aire, sin trapecio y sin red y que sólo se trata de ganar tiempo. Más de lo mismo. Santa improvisación.
En Inglaterra, el líder conservador, David Cameron, ha dicho que frente a un país dominado por el Estado o por el individualismo "queremos un país dominado por la sociedad". Cameron propone entre otras cosas, que los ciudadanos puedan elegir a sus comisarios de policía, organizarse para crear escuelas públicas para sus hijos, convocar un referéndum contra las subidas de impuestos de los ayuntamientos y despedir a la mitad de su mandato a los diputados que no hagan bien su trabajo. Es decir que, frente a la desconfianza de la ciudadanía hacia los políticos y las instituciones, sean los propios ciudadanos los que resuelvan sus problemas, por encima de las burocracias o de los poderes interpuestos en los que se amparan partidos, sindicatos, organizaciones empresariales, etc. Parece utópico, pero suena bien y abre una ventana al optimismo. ¿Por qué no copian esta oferta?
Porque lo que estamos viendo es que ni el Gobierno ni la oposición hacen bien su trabajo y los ciudadanos no tenemos ninguna posibilidad de cambiar la situación. Los "aparatos" burocráticos van a lo suyo y no ponen el huevo en asuntos fundamentales como, por ejemplo, el modelo educativo, el modelo productivo o el modelo laboral. Como el típico abrigo loden, este plan de Zapatero también está verde, muy verde.