MADRID 2 Jul. (OTR/PRESS) -
Ciertamente, las perspectivas de la segunda mitad del año están teniendo mal aspecto. Primero, por algunos anuncios que acompañan a este semestre, como determinadas subidas de precios de servicios y de la elevación en dos puntos del IVA, pero también, por razón de la inquietud laboral que últimamente se viene produciendo, y que los sindicatos ya han previsto que tenga en el 29 de septiembre su día clave, con la convocatoria de huelga general contra la política del gobierno. Cabe añadir un tercer aspecto: el de los mercados, que también han vuelto a aparecer después de unos días de cierta relajación. Pero la advertencia de la agencia de calificación Moodys de que podría rebajar la nota a la deuda española, y nuevas especulaciones sobre esa deuda vuelven a resultar inquietantes.
Para empezar, los precios. Es cierto que este primer jueves de julio y del segundo semestre coinciden dos factores que pudieran tener el efecto de paliar unos de lo que otros provocan. Me refiero a la subida del IVA y algunos precios de servicios, como el gas y el butano, frente a las rebajas que también están empezando a producirse, y que paliarán en buena medida cualquier eventual subida de precios. En todo caso, está por ver en qué medida muchas marcas comerciales se resistirán a repercutir esa elevación del IVA para no interrumpir una cierta mejoría del comercio que parecía que ya empezaba a producirse. En efecto, este segundo semestre debiera ser, o así estaba previsto por el Gobierno, el que empezara a comprobarse una todavía leve pero ya apreciable recuperación de la severa depresión pasada. La vicepresidenta económica Elena Salgado, frente a algunas estimaciones como la de Funcas, ha insistido en que confía en que no solamente los dos primeros trimestres, sino también los otros dos, debiera producirse un crecimiento, aunque todavía muy escaso, del PIB, Producto Interior Bruto. Precisamente, sobre esa previsión optimista, pensaba el Gobierno que podría iniciarse una cierta recuperación, también, en materia de creación de empleo, para el que también confía en un turismo que empiece a reavivarse... Pero no hay duda de que la elevación del IVA decidida por el Gobierno para aumentar los ingresos del Estado, y de este modo disminuir el déficit, pudiera resultar una amenaza para la recuperación de la actividad comercial, por más que desde el Gobierno se ha insistido en que no significará un coste excesivo a la recuperación incipiente.
Más inquietante pudiera resultar el renacimiento de una cierta tensión sociolaboral. Después de una larga fase de entendimiento del Gobierno con las centrales sindicales, la imposibilidad de acordar juntos, sindicatos y patronal, una reforma laboral, forzó al Gobierno a poner en marcha una modificación de las condiciones de trabajo y de las exigencias para el despido de los trabajadores que no satisface a todos de la misma manera. Se une a ello el enfado de muchos trabajadores, funcionarios y empleados públicos que han visto mermados sus ingresos por causa de las restricciones del gasto público. Acabamos de contemplar en el conflicto del Metro de Madrid niveles de tensión y amenazas de violencia que hace tiempo que se creían ya desaparecidas. Se sospecha que estas tensiones sociolaborales pueden ser preparativos y ensayos para la gran huelga general que los sindicatos pretenden que se efectúe el 29 de septiembre, y en la que se jugarán su propio prestigio personal los sindicalistas Méndez y Toxo.
Ha dado comienzo un semestre con mezcla de esperanzas de recuperación y tensiones en el mercado interior y en los ámbitos sociolaborales. Veremos qué predomina.