MADRID 19 Jun. (OTR/PRESS) -
Dentro de la serie de complicaciones y reveses que han venido padeciendo Zapatero y su Gobierno por causa de la actual etapa de la crisis, bien podría decirse que su viaje a Bruselas, al Consejo de Europeo, tuvo que resultarle un alivio y una plácida excursión a territorios últimamente hostiles, en los que han surgido a menudo abundantes especulaciones sobre la insoportable situación de las finanzas españolas. Los diarios de este viernes dan cuenta de que los dirigentes europeos salen en defensa de la solidez de España, o que la UE y el FMI respaldan el recorte y la reforma de Zapatero y el Gobierno logra, o España fuerza a la UE que Europa divulgue los resultados de las pruebas de los principales bancos, en los que los dos grandes bancos españoles, Santander y BBVA, son los mejores.
En resumidas cuentas que -como dice un titular de prensa- Zapatero sale a flote en Bruselas, al arrancar una declaración del Consejo Europeo a favor de la solvencia española, que Europa avala las valientes y efectivas medidas de Zapatero y Merkel da oxígeno a Zapatero. La canciller alemana apoya la reforma laboral y Sarkozy dice que no hay problemas en España, y los Veintisiete evitan discutir sobre el estado de las cuentas y el plan de austeridad. ¿Eso quiere decir que han desaparecido todos los nubarrones de los días precedentes? Es improbable que así sea. Un diario nos cuenta también hoy que Rajoy regresó asombrado por el absoluto descrédito de Zapatero en Europa y detalla que en Bruselas se ha extendido la opinión de que Salgado y Zapatero no tienen buena relación. Y en otro periódico, el ex presidente del Consejo de Sabios alemán y relevante politólogo Jurgen Donges, sostiene que el Caso de España se parece mucho a lo que sucedió en Grecia, y llega a considerar lógico un rescate para España, tras asegurar que el revuelo organizado por las informaciones de los medios muestra que la situación es muy grave. De manera que no podrían haber terminado todas las turbulencias, ni estará de más, en todo caso, prevenirlas. Sobre todo, sabiendo lo costosas que resultan estas especulaciones ante fechas de renovación de cuantiosas deudas del Estado.
Es evidente, en todo caso, que España y los españoles, con su Gobierno a la cabeza, deberemos seguir haciendo unos deberes abundantes y no siempre satisfactorios, en forma de recortes del gasto, cuando no de elevación de determinadas tasas e impuestos que suplan los ingresos que, en otros tiempos, proporcionaba la buena marcha de los negocios. Son tiempos de recortes de salarios, de suspensión de subvenciones y de anulación de situaciones en las que el Estado llegó a hacer demostraciones de una generosidad y esplendidez que será difícil que vuelvan a repetirse, como los cheques bebé o el aguinaldo de los 400 euros a cada ciudadano contribuyente... Precisamente ahora pagamos aquellos excesos.
De entre las asignaturas recomendadas por las altas instancias europeas -recortes de gastos, prolongación de plazos de ejecución en las obras públicas, reforma del mercado del trabajo con probable deterioro de situaciones hoy más generosas- queda todavía otra asignatura pendiente, llamada edad de jubilación. El propósito del Gobierno ya es conocido, y ahora deberá ser el Pacto de Toledo el que resuelva esa otra ecuación llamada futuro del Sistema Nacional de Salud y de las prestaciones sociales...