MADRID 25 Sep. (OTR/PRESS) -
Gaspar Llamazares discutía de política de empleo con el ministro Corbacho, mientras el número de desempleados aumenta en España; Pedro Solbes avisa que también aumenta la morosidad; la venta de pisos ha caído más del 25%, no digamos la de automóviles; y, además, el déficit del Estado se eleva al 1,3, etc., etc., etc... Y es que las noticias sobre la marcha de la económica son francamente malas. La cuestión es que esto se veía venir o, mejor dicho, desde organismos internacionales, incluida la Unión Europea, se avisaba de la que se nos venía encima pero aquí nuestros gobernantes, léase el presidente Zapatero el vicepresidente Solbes y el resto del Gobierno, se dedicaban a anatemizar a quienes mencionaban la posibilidad de una crisis económica. Ahora, con el mismo desparpajo que negaban la crisis, no han tenido más remedio que terminar asumiendo que aquí está, eso sí, nos aseguran que estamos mejor que otros y que saldremos pronto del agujero.
Siempre he pensado que el problema de los gobernantes, incluidos los de izquierda, es que cuando llevan demasiado tiempo subidos en el coche oficial terminan perdiendo el sentido de la realidad, de la realidad de los ciudadanos de a pie. Y así terminamos todos siendo números, parte de las estadísticas sin más. Pero más allá de los reproches que podamos hacer al Gobierno, creo que de esta crisis todo el mundo está sacando conclusión y es que no se puede dejar al mercado a su aire, es decir que es necesario un cierto control, una cierta regulación. El mercado ha demostrado que por sí mismo no es capaz de arreglar los problemas que él mismo crea. De manera que quienes defienden el mercado puro y duro tendrán que empezar a revisar esta apuesta en vista de los resultados. Es curioso que Estados Unidos, el país que defiende la autonomía del mercado por encima de cualquier otra consideración, esté proponiendo salvar el desastre financiero causado por la codicia de unos pocos, eso sí, a cargo de los presupuestos públicos.
Nadie sabe ni cómo ni cuándo va a terminar esta crisis económica que tiene una dimensión mundial pero sería buena que todos hayan aprendido la lección, ya que el Estado debe de asumir un cierto control del sistema financiero para evitar caos como el que estamos viviendo. Dice el refrán que la codicia rompe el saco y eso es exactamente lo que ha pasado.
Julia Navarro.