Actualizado 09/06/2010 14:01

Pedro Calvo Hernando.- En todas partes cuecen habas.

MADRID 9 Jun. (OTR/PRESS) -

La decepción de la huelga de funcionarios en España plantea a los sindicatos el dilema con vistas a la probable huelga general. ¿Pueden permitirse UGT y CCOO un fracaso en esa hipotética huelga general? Mi opinión es que no, con independencia de que yo piense que ese paro es perjudicial para todos, no sólo para las organizaciones de los trabajadores. Y que sobre todo no sirve en absoluto a los nobles fines que la gente de Méndez y de Toxo se proponen, sin que ello me impida ver la realidad de que casi seguro que los sindicatos no tienen otro remedio que convocarla. Esta especie de galimatías deriva del erróneo planteamiento general de cara a la lucha contra la crisis económica, error compartido por todos los sectores socioeconómicos y políticos implicados, empezando por el Gobierno, pero continuando por todos los demás. El gran error es la falta de una actitud de diálogo sincero y de desprendimiento de egoismos y de intereses particulares y espurios, esto último directamente aplicable al primer partido de la oposición.

La decepción de este martes significa seguramente que aquí la mayoría de las gentes no está por la labor de aventuras arriesgadas en la lucha anticrisis y en la necesaria y legítima protesta por los errores del Gobierno. Seguro que mis compatriotas dirigen miradas frecuentes a lo que sucede en otros países cercanos y socios y se dan cuenta de que en todas partes cuecen habas y que es una sandez, cuando no un sarcasmo, obrar como si nosotros fuésemos las únicas y grandes víctimas de los cataclismos y de las grandes turbulencias. Y menos desde que Alemania y también Reino Unido nos acaban de demostrar lo de la generalidad de la cocción de habas. Alemania, la gran locomotora, la potencia económica europea, resulta que tiene que organizar el más duro ajuste de la historia desde entreguerras. Hoy no voy a pedir explicaciones al PP y a Rajoy, porque ya veo que es inútil, pero les ruego que reflexionen al menos en la medida en que se lo han pedido sus propios correligionarios, que creen en las capacidades de España más que ellos.

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