Actualizado 21/10/2011 14:00

Rosa Villacastín.- El Abanico.- La venganza se sirve en plato frío.

MADRID, 21 Oct. (OTR/PRESS) -

Llevo días -desde que me enteré de la desaparición de Ruth y José, los dos niños de Córdoba-, intentando imaginar qué sentimientos, que angustia, embargará a esa madre en momentos tan traumáticos, tan dolorosos, como los que están viviendo ella y su familia, pero sobre todo ella, que les vio salir de su casa una mañana -felices porque se iban con el padre-, y de los que no ha vuelto a saber nada, absolutamente nada, sólo que desaparecieron cuando se encontraban con el padre en el parque Cruz Conde de la ciudad cordobesa. Una versión que no ha convencido a casi nadie, mucho menos a la policía que les busca por tierra, mar y aire, sin que hasta el momento esas pesquisas hayan dado fruto alguno, lo que les lleva a ponerse en la peor de las hipótesis.

No es la primera vez que en un proceso de separación uno de los cónyuges utiliza a sus hijos para vengarse de la otra parte, con desenlaces de todos conocidos, lo que me lleva a pensar que este no es un tema resuelto en una sociedad que presume de avanzada -y que sin duda lo es-, pero a la que le falta madurez para aceptar situaciones que si bien son dolorosas porque el amor, el cariño, los sentimientos, nunca se acaba al mismo tiempo, se pueden y deben aceptar por el bien de los hijos, y de la propia estabilidad mental y emocional de la pareja.

Viendo que la mayoría de los casos de violencia de género se producen cuando las parejas se encuentran inmersas en procesos de separación, creo que ha llegado la hora de que los responsables políticos busquen soluciones que puedan solucionar un problema educacional que se ha cobrado demasiadas victimas inocentes en los últimos años. Un problema que habrá que empezar a tratar desde la infancia, en las escuelas, en los institutos, en las universidades, como se tratan los cánceres, buscando el origen y su posterior desarrollo.

¿Cómo se consigue eso? Posiblemente impartiendo una asignatura obligatoria en la que se les enseñe a los pequeños a respetar a la mujer y al hombre, siempre y en cualquier momento de su vida. Creo que estaremos de acuerdo en que lo que se aprende en la infancia, en la niñez, en la escuela o en la casa, son cosas que se quedan grabadas en nuestra mente para siempre. Seguramente no sea la solución al problema de la violencia, pero si puede ser el principio de un cambio que necesitamos para evitar que ocurran sucesos como los que están teniendo lugar estos días en Sevilla y el Córdoba estos días.

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