MADRID 19 Dic. (OTR/PRESS) -
Y seguimos subidos en esta enloquecida dinámica del desacuerdo, negando aquello en lo que se cree y evitando apoyar lo que sin duda se haría en caso de estar en el poder.
La estrategia del Partido Popular está muy clara. Para que vamos a dar nuestro apoyo a un Gobierno que se despeña, adquiriendo compromisos en la toma de medidas impopulares, si sabemos que el Gobierno los tomará, si o si, porque no le queda mas remedio si quiere mantener el barco a flote. Que se quemen ellos.
¿Aumentar la edad de jubilación hasta los sesenta y siete años? El Presidente Zapatero ha dicho en la rueda de prensa posterior al Consejo Europeo celebrado en Bruselas: "la reforma de las pensiones tenemos que hacerla y la vamos a hacer con todas las consecuencias". Pues muy bien, piensan en el Partido Popular, que lo hagan, pero sin contar con nosotros; sin contar con el más mínimo apoyo, si ese apoyo nos cuesta un solo voto.
No deja de ser una actitud táctica muy práctica. A fin de cuentas, obligado Zapatero a tomar las medidas impopulares para sortear esta crisis en la que estamos metidos hasta el cuello, y convencidos en el PP, como lo están, de que ganarán sobradamente las próximas elecciones legislativas; ¿no es mucho mejor encontrarse hechas estas necesarias reformas cuando lleguen al poder? Y si entonces hay que tomar más medidas impopulares, y no les quepa la menor duda de que las tomarán ("y no les gustarán a muchos" como ya nos empieza a advertir Mariano Rajoy), se escudarán y excusarán con la terrible herencia recibida.
¿Que sentido tiene involucrarse ahora? ¿El sentido de Estado? ¿Y qué es eso?
Zapatero apela a la "visión de futuro, al sentido de responsabilidad y a la capacidad de compromiso", para convencer a las fuerzas sociales y a los partidos políticos de la necesidad de una reforma laboral en profundidad que, entre otras cosas, garantice la viabilidad del sistema en un futuro no demasiado remoto. Es consciente de lo duro, por no decir imposible, que va a resultarle convencer a los sindicatos o a los partidos a su izquierda. Cuenta con su rechazo frontal. Pero, que el Partido Popular renuncie a sus esencias, rompa con sus principios, mude su auténtica naturaleza y se transmute en un irreconocible ente populista de izquierdas -en el partido de los trabajadores que diría Maria Dolores de Cospedal-, es algo muy difícil de digerir.
Nos dice Rajoy que su Gobierno -cuando el gobierne- presentará en las Cortes un plan para cuatro años, para que la gente sepa a que atenerse. ¿Y por que no lo hace ahora? Pues porque si lo hace, a lo mejor los españoles saben a que atenerse y no le votan.