Actualizado 04/09/2012 14:00

Antonio Casado.- El juego de las apariencias.

MADRID 4 Sep. (OTR/PRESS) -

Ya conocen ustedes el viejo aforismo debido a Plutarco ("Vidas Paralelas") y aplicado a Pompeya, la esposa de Julio César, según el cual a la mujer del emperador no le basta ser honesta. Además ha de parecerlo. En los tiempos que corren los valores han cambiado de jerarquía. Me atrevería a sostener la primacía de la apariencia sobre todo lo demás.

Viene a cuento de la operación de imagen diseñada por los Duques de Palma para contrarrestar los demoledores efectos mediáticos del llamado caso Palma Arena. La operación incluye cambiar el Palacio de Pedralbes por una vivienda de alquiler bastante menos aparente. Además, la renuncia al empleo y sueldo de Urdangarin en Telefónica, el uso de sencillos automóviles y el retorno del duque a las aulas. El yernísimo piensa matricularse en una academia de estudios empresariales.

El cese temporal de convivencia entre Urdangarin y Telefónica, que puede elevarse a definitivo en cualquier momento, va a suponer una notable merma de ingresos a la familia de los Duques de Palma (millón de medio de dólares al año), pero era imperativa para la empresa y aconsejable para Urdangarin. En los dos casos, por razones de imagen. La multinacional española perdía clientes en protesta por la condición de consejero en Washington que ostentaba el duque. Y éste hará como si buscase el anonimato a la espera del auto de procesamiento por prevaricación, malversación de fondos públicos, fraude fiscal, falsedad en documento, tráfico de influencias.

Lo tiene crudo. Vender el palacio de Pedralbes para trasladarse a una vivienda de alquiler, desengancharse del cargo que tenía en Telefónica por su cara bonita y matricularse en una escuela de negocios, como si fuera un joven aplicado y de escasos recursos con mucho futuro por delante, forma parte de la mencionada operación de imagen. Los Urdangarin se están fabricando una apariencia de familia normal con dificultades para llegar a fin de mes. Como en el bolero, lo suyo es puro teatro, falsedad bien ensayada, estudiado simulacro, porque no es verdad que la hija del Rey y su marido puedan parecer, o lleguen a parecer ni de lejos, una más de tantas familias agobiadas, por mucho que el duque se deje ver con el modesto coche que utilizaba antes de conocer a doña Cristina.

Una engañifa manufacturada en los despachos. Se trata de transmitir a la opinión pública una imagen de austeridad, aunque ahí están los últimos descubrimientos de la ingeniería financiera como blindaje de un futuro ligado al reproche judicial por meter la mano en la caja común. Llegado el caso, una sentencia de conformidad le libraría de la cárcel. Debería devolver una importante cantidad de dinero. Menos de lo que vale el Palacio de Pedralbes, ya puesto en venta. De ese modo la operación tendería un doble significado. Por un lado, obtener los fondos necesarios para negociar una sentencia de conformidad con el fiscal y el visto bueno del juez. Por otro, hacernos creer que la familia está dispuesta a vivir como cualquier otra de clase media. No me lo creo.

Contenido patrocinado

Foto del autor

Antonio Casado

Feijóo y el antisanchismo

Foto del autor

Fernando Jáuregui

2026, año de la(s) derecha(s)

Foto del autor

Rafael Torres

La baliza

Foto del autor

Luis Del Val

Propósito de no exagerar