Publicado 05/12/2020 08:00

Fernando Jáuregui.- Pablo Casado, en las páginas pares

MADRID (OTR/PRESS)

Como usted seguramente ya sabrá, los periodistas llamamos 'noticia de página par' a las que ofrecen un menor interés que las de las páginas impares de los periódicos impresos, porque estas últimas, simplemente por estar en primer lugar en el campo directo de visión del lector, se ven más. Estos días, el líder de la oposición, Pablo Casado, está colocado en las 'páginas pares', porque no cabe desconocer que la aprobación de los Presupuestos, que se consumará el próximo día 29, ha sido un triunfo político para Pedro Sánchez (y a lo mejor aún más para Pablo Iglesias, claro). Y a mí eso, la minimización creciente del papel de la oposición, que ha aparecido fragmentada quizá sin remedio en el debate presupuestario, es algo que me llena de desazón. Porque ahora, cuando algunos pretenden, Rufián 'dixit', que "el centro de gravedad del Estado ha cambiado", es cuando creo que necesitamos voces sensatas que, con moderación, firmeza e ideas, reconduzcan algunas cosas que pueden descarrilar con graves consecuencias.

Creo, la verdad, que la oposición, o las oposiciones, habrían de reconsiderar si su estrategia y sus tácticas han sido las mejores. Ciudadanos mantuvo hasta el último momento, cuando se descolgó sin estridencias, una colaboración crítica con una parte del Gobierno de coalición, rechazando todo contacto con la otra parte, la que representa Unidas Podemos. El Partido Popular se apartó de cualquier "complicidad" con algo que iba más allá de los Presupuestos, y que identificaba con un intento de reversión de los valores constitucionales. Y Vox simplemente dio un portazo, rechazando incluso participar en el debate parlamentario de las enmiendas a las cuentas fundamentales del Estado. Ellos están, lamentablemente, en otra cosa.

Son muchos los que creen que un entendimiento de los valores tradicionales de lo que se llamó 'espíritu del 78' con formaciones como Esquerra Republicana de Catalunya o Bildu, o incluso con las peores voces de Unidas Podemos (ahí tenemos el frentismo de Pablo Echenique, sin ir más lejos), es, simplemente, imposible. Y lo es, desde luego, porque los fines de unos y otros son radicalmente diferentes. Estamos ahora ante una apuesta de Estado en la que algunos -no creo que el PSOE, en su conjunto, esté en ello_ entienden que la segunda transición debe ser, en realidad, una ruptura, en la que se pongan en tela de juicio modos, formas, estructuras y hasta instituciones que hasta ahora se consideraban válidas, incluyendo la Constitución. Una nueva España, en suma, en la que casi todo se cuestiona, aunque las formas puedan, aparentemente, mantenerse por ahora, incluyendo la Constitución y una Monarquía vaciadas en el fondo de sentido.

Lo que no sabemos bien es lo que pretenden los otros en la oposición a esto: ¿aferrarse sin cambios a lo que tenemos? ¿Una regresión pura y dura, que casi nos conecte con lo que significó el franquismo, como ha estado esta semana peligrosamente bordeando Vox? Me parece que Casado y Arrimadas, por poner dos rostros reconocibles y homologables a lo que significan muchos millones de votos, deben plantar cara a los extremismo y hacerlo conjuntamente. La derecha, o llámele usted el centro-derecha, necesita una refundación, ilusionar a los ciudadanos desconcertados con mensajes nuevos, modernos; atraerse al progresismo moderado, a esos socialdemócratas descontentos con la situación actual, al campo de una actuación nueva.

Eso no puede lograrse ni con 'fotos de Colón' ni hablando de un centro-derecha en el que se ha pretendido incluir a una formación populista que dice ver con simpatía ciertos movimientos locos de ex jefes militares, admira a Trump y echa a los periodistas molestos de sus mítines, para no hablar de algunas actitudes xenófobas y antieuropeas. Casado y Arrimadas, insisto en que los cito por poner dos nombres que bien podrían ser, y a este paso serán, otros, han de limar diferencias que no lo son en lo programático -díganme en qué son incompatibles sus respectivos programas-, habrían de coordinar sus acciones para el futuro y dejarse de movimientos simplemente partidistas, de juegos de parchís para comer una ficha, digo un partido. Y ambas formaciones tienen, desde luego, que evitar la resignación a ser oposición, perdón, oposiciones, durante al menos tres años más. Ellos mismos parecen creerse la eficaz publicidad 'redondista'.

Porque, tal y como vamos, y con el empuje que Sánchez/Iglesias, con cuantas diferencias entre ellos se quieran ver, le están dando al balón de la política nacional, Casado seguirá en las páginas pares de la política y puede que Arrimadas aparezca un día de estos en las de espectáculos, permítaseme la 'boutade'.