MADRID 13 Sep. (OTR/PRESS) -
Los dirigentes de la izquierda abertzale encargados de poner en marcha la nueva "marca blanca" que pretenden presentar a las próximas elecciones, han estado consultando a ETA el contenido de los estatutos de la formación sustituta de Batasuna que quieren inscribir en el Ministerio del Interior, según sostiene este domingo el diario El Mundo Sus esfuerzos por recibir el visto bueno de la banda terrorista, detectados por las Fuerzas de Seguridad, demuestran que, en el mejor de los casos, siguen dependiendo de la organización, incluso para iniciativas de cuya competencia alardean.
Otra información, en El País, se ha referido también este domingo a esas relaciones entre ETA y los abertzales. "No hay atajos", le ha dicho ETA a Batasuna, en el vídeo difundido con carácter de "exclusiva mundial" por la BBC. No hay atajos, y además, la confrontación es imprescindible, le ha advertido para que no se llame a engaño sobre el alcance del anuncio de suspensión de las acciones armadas ofensivas". El mensaje subyacente sería algo así como: "Vale, declaramos el alto el fuego para que intentéis estar en las elecciones municipales del año que viene y de paso contentamos a EA y a nuestros amigos de la mediación internacional, pero quede claro que nosotros no vemos condiciones objetivas para que el verdadero proceso de negociación pueda llevarse a cabo", interpreta esta crónica de El País.
El control de la organización terrorista sobre su brazo civil se ha ido difuminando en los últimos tiempos. De hecho, la disposición a cerrar el capítulo del asesinato masivo tropieza en muchos militantes batasunos con un cierto compromiso moral de no dejar en la estacada a los asesinos presos. Además, tampoco es seguro que Batasuna quiera ser un partido como los demás, liberado completamente del componente fáctico de las armas, pese a que esa perspectiva empieza a suscitar en sus filas más alivio que vértigo. Señala el mismo análisis que Batasuna tiene toda la prisa que le falta a ETA; sobre todo, porque necesita participar en las elecciones municipales y forales de dentro de siete meses si quiere conjurar el peligro de la marginación. Y, por el contrario, la organización terrorista necesita reponerse de los golpes sufridos, aunque parece que ya ha dejado de lamerse las heridas y de taponar las vías por donde se produjo la hemorragia de detenciones.
No se excluye, incluso, que se haya procurado cierta capacidad operativa antes de difundir el comunicado del "alto el fuego" y de activar con él el envite al Gobierno, a los partidos políticos y a la sociedad. Es lo que piensan los observadores policiales que registran su actividad en Francia, contabilizan el número de coches robados, los movimientos de los puntos vigilados, los casos de extorsión económica, en ascenso... Aunque Batasuna y ETA comparten sensaciones similares de progresiva debilidad -la propia organización terrorista lo anota en sus escritos internos-, sólo Batasuna parece convencida del agotamiento del ciclo en el que se ha desenvuelto hasta ahora. ETA no tiene esa disposición ni esa prisa porque, además, ha adoptado una estrategia de supervivencia y economía de acciones para frenar su persistente declive operativo.
Pese a que el comunicado del domingo dista bastante del "alto el fuego verificable por agentes internacionales" que pedían los líderes de Batasuna -el interno de la prisión de Logroño Arnaldo Otegi se muestra estos días deprimido, según fuentes penitenciarias-, la formación política está decidida a tirar adelante con lo que le han puesto en las manos. "¿Hay alguien que pueda creer que una organización armada con medio siglo de historia que ha sentado a varios Gobiernos en la mesa de negociación va a anunciar su disolución de la noche a la mañana, sin ni siquiera hablar de sus presos y represaliados?", se interrogaba con simulada candidez uno de los editorialistas del diario Gara.
El problema está en el propósito de ETA de trastocar su derrota policial en victoria política, en su intención de dirigir y tutelar un proceso en el que, según afirma, la paz no llegará hasta haber obtenido sus objetivos políticos. "ETA no pedirá perdón por sus acciones, sólo hará un reconocimiento de las víctimas civiles derivadas de su lucha. Al Estado le pedirá el reconocimiento de las víctimas creadas por él", adelanta en su plan de negociación. Sus diferencias con Batasuna no residen, desde luego, en los escrúpulos morales o en la revisión autocrítica del pasado. No hay confrontación entre ambos, pero sí escaramuzas y lucha de líneas.
Por lo demás, se apunta que no parece que, a corto plazo, ETA vaya a tener problemas de recluta. Después de tres décadas de hegemonía nacionalista, las encuestas muestran que el 15% de los jóvenes vascos comprenden o justifican el terrorismo, pese a que la gran mayoría del cuerpo electoral de Batasuna se manifiesta partidario de poner fin a la violencia. Indica el mismo análisis que el PSOE, Zapatero y el presidente del PSE, Jesús Eguiguren, han dejado de interesarles, a ETA y Batasuna, como interlocutores de una eventual negociación porque las miras más largas están ya puestas en el PP. "ETA no cree que haya que apostar por llevar a cabo un proceso con el PSOE, dada su situación de debilidad. Nadie cree que ZP ganará otra legislatura". "De cara a España, hay que intentar abrir el hilo con el PP", escriben, los estrategas de la banda, tras subrayar la importancia de que el partido gobernante en España asegure que todos los poderes del Estado, la justicia incluida, asumirán el proceso de negociación y renunciarán a actuar por su cuenta.
O sea, que ETA y Batasuna siguen pensando en su propio futuro, al margen de cualquier plan optimista del Gobierno...