Actualizado 21/08/2010 14:00

Rafael Torres.- Al margen.- Los jueves, milagro.

MADRID 21 Ago. (OTR/PRESS) -

La justicia poética llega donde la otra justicia no llega, aunque lo más corriente en los tiempos que vivimos es que ni llegue ni aparezca ninguna de las dos. Madrid y Granada, sin embargo, han sido señaladas con esa luz misteriosa y rara que alumbra lo soñado, lo pertinente, lo bello y lo cabal: Goya y Velázquez, encarnados en el no menos sublime Antonio López García, pintan al atardecer la Puerta del Sol, y los gitanos del Sacromonte, como cada madrugada del 19 de agosto desde 1972, se reunen donde mataron a Federico García Lorca para cantarle zambras y bulerías que les brotan del alma.

El país que, por desidia e incuria de sus gobiernos y avilantez de sus castas dominantes, no tiene ninguna de sus universidades en el estadillo de las 200 mejores del mundo, sí tiene, en compensación poética, sólo poética. algunas pocas criaturas geniales que irradian e infunden tanta cultura, o más, que doscientas universidades juntas. Esas criaturas maravillosas y amigas del pueblo, y por ambas cosas tan exiliables y fusilables, vencen al tiempo, y gracias a que lo vencen, se van reencarnando para que las generaciones sucesivas pertenezcan a una nación, y no a un aduar.

Ahí andan los genios de nuestra pintura, ahora mismo, dirigiendo la obra mágica y real que Antonio López compone entre los transeuntes suspensos y emocionados: la lotera no vocea, el martillo neumático no ruge, el carterista no roba, el niño chico no enreda, el turista se detiene, Antonio López está pintando lo imposible, el instante en que el sol sale por la puerta. Y ahí andan, o anduvieron la otra noche, los gitanos, los admirables gitanos de Granada, de Andalucía, los últimos españoles auténticos, saldando con lo que tienen, su voz, sus guitarras, su arte, su talento, una deuda que no es una deuda, porque es de gratitud.

La justicia viajó poco, a lo largo de la historia, por España, pero la justicia poética nos visita de vez en cuando. Madrid y Granada la han recibido, y en ellas, arquitectura efímera porque la poesía es así, quedan edificadas las dos mejores universidades del mundo.

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