MADRID 28 Ene. (EUROPA PRESS) -
La introducción de los tapones no desprendibles en las botellas de plástico se convirtió en un paso significativo dentro de los esfuerzos europeos para reducir la contaminación por plásticos de un solo uso. Esta medida, obligatoria desde julio de 2024, y enmarcada dentro de la Directiva Europea 2019/904, busca reducir la cantidad de residuos que terminan contaminando el medio ambiente, especialmente mares y océanos, donde el 80% de los desechos son plásticos de un solo uso.
Según la Comisión Europea, los tapones de plástico, aunque reciclables, aparecen en los desechos marinos hasta tres veces más que las botellas. La introducción de los tapones adheridos busca precisamente evitar esta pérdida, promoviendo el reciclaje conjunto de la botella y su cierre. Este ajuste, aunque sencillo, representa un paso importante hacia la sostenibilidad, al facilitar su recuperación y prevenir que se conviertan en una amenaza para la fauna marina.
Sin embargo, esta no es la única transformación relevante en la regulación del plástico. A partir de enero de 2025, las botellas deberán incorporar un cambio significativo en su composición.
NOVEDAD TRAS EL TAPÓN NO DESPRENDIBLE
De acuerdo con la Directiva Europea 2019/904, adoptada el 5 de junio de 2019, las botellas de plástico fabricadas principalmente con tereftalato de polietileno (PET) deberán contener, como mínimo, un 25% de plástico reciclado a partir de 2025. Esta medida, establecida en el artículo 6, apartado 5 de dicha normativa, será de aplicación obligatoria para todas las botellas comercializadas en los Estados miembros.
El propósito de esta disposición es doble: reducir la dependencia del plástico virgen y avanzar hacia una economía circular más sostenible y eficiente. Además, para reforzar este compromiso, a partir de 2030 el porcentaje de plástico reciclado exigido se incrementará al 30%.
AVANCES HACIA UN FUTURO SOSTENIBLE
La directiva no solo impone requisitos sobre el contenido de plástico reciclado en las botellas, sino que también establece metas claras y ambiciosas para la recogida separada de residuos plásticos de un solo uso, con el objetivo de fomentar el reciclaje y mitigar su impacto ambiental.
En este sentido, el artículo 9 de la normativa obliga a los Estados miembros a garantizar que, para 2025, al menos el 77 % en peso de los productos de plástico de un solo uso sean recogidos de forma separada para su posterior reciclaje. Este objetivo aumentará al 90 % para 2029, marcando un paso decisivo hacia una gestión más sostenible de los residuos plásticos.