Foto: TURISMO MARINERO COSTA DEL SOL
Por Marina García
¿Sabe algo sobre 'calar' redes? O si le mandaran a mariscar ¿por dónde empezaría? Para responder a esas preguntas, deje atrás el chiringuito y la toalla y mire el mar que hay más allá.
La curiosidad del viajero le ayudará y empujará a recorrer caminos que esta vez se andan al revés y traen a la costa toda la esencia del mar. Ese es el objetivo del llamado 'turismo marinero', que todos conozcamos un poco mejor qué trabajo realiza un sector tan fundamental como el pesquero ¿De qué estamos hablando? De ser marinero por un día.
Hace años que la pesca busca una alternativa sostenible a la caída en su actividad y un apoyo económico, y parece que en el turismo lo ha encontrado. Desde distintos puntos del mapa como la costa catalana, Galicia o Andalucía, diferentes cofradías de pescadores e iniciativas privadas ofrecen al turista ser parte de su trabajo y realizar varias actividades y rutas.
Pasar el día faenando durante una jornada de pesca, navegar en velero sólo con el empuje del viento, o ser capaz de entender las contraseñas de la lonja. Y por supuesto gastronomía, degustar puro mar, quizás pescado por usted mismo.
ALTERNATIVA SOSTENIBLE.
El turismo marinero es aquel desarrollado por sus profesionales donde los mismos pescadores serán sus guías a la hora de difundir su trabajo, sus costumbres, tradiciones, patrimonio y cultura, como una actividad alternativa o complementaria, pero siempre sostenible, a la pesca.
Desde hace ya años, en España existen ciertos destinos que ya han desarrollado este tipo de turismo como Galicia (varios municipios de A Coruña y Pontevedra), Asturias (Llanes y Avilés), Santoña en Cantabria, Estepona en Andalucía, la Costa Brava, o Castellón y Peñíscola en Valencia.
Propuestas como estas son parte de los objetivos que impone la política pesquera de la Unión Europea, como cambio hacia una pesca más sostenible que ayude a la conservación de los recursos del mar.
PRIMERA PARADA, GALICIA.
Donde el mar es a veces más rudo y complicado, allí el mar gallego, primera autonomía pesquera, invita a conocerlo. El ejemplo lo encontramos en Pescanatur, una asociación que nace en 2006 con la unión de la Cofradía de Pescadores de San Martiño de O Grove, San Telmo de Pontevedra y San Xosé de Cangas.
Su objetivo era crear un turismo sostenible, cercano al mar y su cultura, que fuera una alternativa económica para los que viven de esa profesión. Y cada año ofrecen al turista multitud de actividades.
En Pontevedra está la cita con la gastronomía, diferentes rutas le enseñarán a catar las mejores recetas. Por su parte, los pescadores del puerto de Cangas le invitan a pasar un verdadero día de mar, nada de observar, habrá que arremangarse y tirar de las redes.
O si bien es de los que se marea solo con mirar el barco, quizás se anime con el rastrillo y para cuando acabe la jornada, tenga un buen plato de marisco que llevarse a la boca: marisqueo a pie de playa es lo suyo, y las propias mariscadoras de O Grove sus guías. Los niños aprenderán que en la arena hay más que el cubo y la pala.
ANDALUCÍA TRADICIÓN MARINERA.
Ella estudió turismo, él es pescador, juntos han creado un proyecto que después de tres años, sigue hacia delante. Shonia y Pedro son los responsables de 'Turismo Marinero Costa del Sol', que desde Estepona (Málaga) enseña cómo es la vida en el mar.
"No saber diferenciar un boquerón de una sardina, me temo que niños y no tan niños". Shonia Cruz, se sonríe cuando explica que ante todo, el turismo marinero sirve para conocer el mar y dignificar una profesión. Es el propio sector pesquero de Estepona el que hace de guía para el turista.
Con sol todos los turistas quieren salir al mar, seguir a los pesqueros en sus rutas y disfrutar de los recorridos náuticos. Opciones como seguir la ruta del Pez Volador, o la celebración de la Virgen del Carmen en procesión desde el barco, son más recientes pero también están teniendo éxito.
Shonia explica que la primera reacción de los visitantes es de sorpresa: "ante la dureza del trabajo del mar, todo lo que hay detrás antes de llegar al plato." Extranjeros, nacionales e incluso aquellos de la región, son su público.
Y tienen un filón muy especial en los niños, que a través de los colegios se han acercado al mar y son los que más disfrutan en los talleres para 'pequeños grumetes'.
Su dificultad es la estacionalidad, cuando el mal tiempo del invierno no perdona, y es ahí donde rutas gastronómicas o cursos de fotografía se hacen su hueco. "Poner en valor un trabajo duro y bien hecho", concluye Shonia.