MADRID, 31 Oct. (OTR/PRESS) -
El equipo de "Repor" muestra cómo se vive el culto a los muertos en diferentes pueblos de nuestro país, como Casabermeja, Lanajarón o San Fernando. El resultado dista mucho de la percepción que se suele tener de los cementerios en las grandes ciudades. "Más allá del cementerio", el lunes 1 de noviembre por la noche (00:15), en La 1 de Televisión Española.
Morirse en una gran ciudad no es lo mismo que hacerlo en un pueblo. En las urbes los cementerios son lugares a los que se suele ir en fechas señaladas como la de Difuntos. En cambio, en pueblos como Casabermeja, en Málaga, el camposanto se entiende de manera muy diferente, pues convive con total naturalidad junto al resto de la comunidad. El respeto a los fallecidos es compatible con el sentido del humor. Juan Antonio es enterrador de Casabermeja por vocación. Para él es un gusto morirse y ser enterrado en un cementerio como el suyo, que está declarado Bien de Interés Cultural por la particularidad de sus sepulturas.
Cayetano es otro enterrador con un sentido del humor especial. Su pueblo es Lanjarón. Este municipio granadino es conocido como el pueblo milagroso porque, dicen, que en la calidad de sus aguas radica el secreto de la longevidad de sus habitantes. Así que Cayetano dice tener poco trabajo, lo que le permite mantener el cementerio impoluto. De hecho a Cayetano le gusta recordar periódicamente a sus "futuros clientes que ya tienen su nueva casa a punto".
Muchos cementerios españoles tienen un gran valor artístico: esculturas y mausoleos que son todo un compendio de la historia del arte funerario. Hay grupos que han empezado a organizar rutas turísticas por cementerios. En camposantos como el de San Fernando, en Sevilla, existe la llamada "ruta de los toreros" o la "ruta de las folklóricas", ya que allí yacen personajes como "Paquirri", Juanita Reina o Antonio "el bailarín". La aldea del Rocío (Huelva) es un lugar especial para los devotos de la Blanca Paloma y son muchos los que esparcen allí las cenizas de sus seres queridos. Desde hace poco el Ayuntamiento ha tenido que poner freno a esta práctica para evitar la contaminación de las marismas de Doñana.