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COPENHAGUE, 17 Dic. (de la enviada especial de EUROPA PRESS, María Pin) -

La complejidad de las negociaciones climáticas que tienen lugar en la Cumbre de Copenhague llegó a tal punto este jueves que las diferentes partes ven como un avance que finalmente se hayan puesto de acuerdo en el 'cómo' negociar, a poco más de 24 horas del final de la cumbre, para empezar a contrarreloj a discutir el 'qué'.

Según fuentes de la delegación española, la ministra de Medio Ambiente danesa, Coni Hadegaard, consiguió esta tarde desbloquear las trabas procedimentales (por desconfianza y disensión en el G-77, de pobres y emergentes) del diálogo, tras la aprobación de todas las partes para que los dos grupos de trabajo, el del Protocolo de Kioto y el de largo plazo, reanuden las conversaciones con la creación a su vez de dos grupos de contactos para el diálogo informar que se irán subdividendo en diferentes subgrupos, lo suficientemente representativos de todas las posiciones, sobre las diferentes cuestiones claves.

En un formato mixto de delegación técnica y ministerial, los dos grupos trabajarán durante toda la jornada, y previsiblemente, toda la noche, para poder presentar dos textos que ratificarían mañana 130 jefes de Estado y de Gobierno.

Para que eso sea posible, los textos deben concretar las cifras de reducción de emisiones de CO2 a medio y largo plazo, las cifras de financiación y su arquitectura, los aspectos de adaptación y la adopción de un sistema de transparencia internacional medible, comparable y verificable.

Aunque en ningún caso se alumbraría un tratado internacional, las partes no pierden las esperanzas de que sí puedan adoptarse decisiones de la Convención ('COP' decision) que son vinculantes, que incluyeran el mandato de que lo acordado en Copenhague se traslade a un tratado internacional, aunque todavía no puede descartarse que lo que finalmente se acuerde sea un acuerdo político que no obligue a nadie.

Si en la jornada de ayer la financiación era uno de los principales escollos para el acuerdo, el anuncio de la secretaria de Estado estadounidense, Hillary Clinton, de su participación en el fondo de 70.000 millones de euros anuales a partir de 2020, así como de una contribución en el corto plazo, ha hecho que ahora las miradas se centren en la adopción de un sistema de transparencia internacional, cuyo principal opositor es China.

Lo que quieren los países ricos es que los pobres asuman un sistema de contabilidad similar al suyo: un registro de emisiones con inventarios nacionales que puedan ser auditados internacionalmente.

Durante un receso en las reuniones, la secretaria de Estado de Cambio Climático, Teresa Ribera, definió como capital el anunció de Estados Unidos de contribuir al fondo de dinero a largo plazo y también su compromiso de ayuda pública. Utilizó el mismo adjetivo para definir la necesidad de adaptar un sistema de asistencia de transparencia internacional.