Publicado 10/07/2016 11:59

Teléfono ANAR: Más de setenta llamadas de auxilio por voluntario y día

Fundación ANAR, Teléfono
EUROPA PRESS

MADRID, 10 Jul. (EUROPA PRESS) -

Fundación ANAR gestiona diversos proyectos entre los que figuran hogares de acogida e iniciativas de sensibilización en un centenar de colegios, pero el más conocido son las líneas de teléfono que habilitó para niños y para sus padres en el año 1994 y para las que en la actualidad cuenta con 14 puestos por los que rotan parte de los 300 voluntarios que al cabo del año se emplean en la entidad y que reciben más de mil llamadas de auxilio cada día. Son más de setenta por persona y jornada, 24 horas, 365 días al año y muchas frustraciones.

En un recorrido con medios de comunicación por las instalaciones, la fundadora y presidenta de Fundación ANAR, Silvia Moroder; el director de Programas, Benjamín Ballesteros, y la directora del Teléfono ANAR, Leticia Mata; desgranan el día a día de un equipo que ha de lidiar con la frustración: la de instituciones que no intervienen, las de personas en peligro que no vuelven a llamar, la del silencio en una sociedad que no es consciente de la magnitud de la violencia sobre sus propios niños.

Lo cuenta Mata con conocimiento de causa pues dice que el Teléfono ANAR funciona como termómetro. Sus estadísticas anuales, que acumulan ya una base de datos sin explotar con más de 20 años de problemas de violencia infantil en España; han ido anticipando realidades que no estaban en el debate público, como el acoso escolar, la extorsión en redes sociales, la violencia de género sobre las adolescentes o ahora, el aumento del maltrato intrafamiliar y las autolesiones e ideaciones suicidas en los más jóvenes (un caso de cada a diario).

De ello se encarga un equipo nutrido a base de voluntarios --300 trabajaron para la Fundación en 2015-- estudiantes en prácticas y becarios que reciben formación específica para sus tareas y se coordinan entre sí. El Teléfono, por ejemplo, siempre lo descuelga un psicólogo que ha recibido además 40 horas de teoría y otras tantas de prácticas, pero tiene detrás a un equipo jurídico capaz sobre la marcha, de estudiar cada caso y anticipar posibles soluciones.

De cada llamada se abre una ficha en que el menor es identificado con su nombre o un pseudónimo, si lo prefiere, y la poca información sobre sí mismo que quiera dar, junto a la descripción de su relato. De este modo, cuando vuelva a llamar no tendrá que contar su historia de nuevo, sino recuperar el hilo donde lo dejó aunque esté hablando con un psicólogo diferente, cosa que se procura para no establecer lazos de dependencia entre las personas que llaman y las que atienden.

Nunca es fácil, como recuerda Mata. En la sala de recepción de llamadas hay un cartel con un corazón y un fonendoscopio que invita a los propios psicólogos a recurrir a sus compañeros en caso de que una comunicación "les remueva demasiado" por dentro. Y ocurre. Sobre todo porque como explica la directora del Teléfono, ellos no pueden llamar al niño, sólo confiar en que él siga poniéndose en contacto.

"Partimos de cero, no sabemos quién es ni dónde está y tenemos que convencerle de que se deje ayudar y que nos deje intervenir sin crear expectativas, porque hay situaciones que ves que son para que un juez saque al niño de la casa pero eso a veces, no ocurre. Imagina lo valiente que tiene que ser un niño para contarlo sabiendo que seguirá en su casa", explica.

Trabajan día y noche, cuando el equipo se reduce pero la línea se mantiene operativa. Dice Mata que en verano "se disparan" las llamadas en ese horario nocturno porque los adolescentes se acuestan mucho más tarde. Habla de comunicaciones a las dos y las tres de la mañana que a veces son sobre asuntos muy graves: En 2015 atendieron más de 4.200 casos en que un niño había sufrido violencia y promovieron de media dos intervenciones de urgencia con menores en situaciones límite cada día.

Es en estos casos graves donde es clave que el niño o el adulto que llama proporcionen, al menos, la ubicación del hecho, pero incluso sin ella, ANAR lo intenta, como cuando movilizó a toda la policía de una provincia española para encontrar una escuela porque una de sus trabajadoras llamó avisando de un bebé absolutamente lleno de marcas pero se negó a decir el centro y la ciudad en el que estaba por miedo a perder su puesto de trabajo. Lo encontraron.

"HAY GENTE QUE MIRA SIN VER LA VIOLENCIA"

Esta es una realidad que viven todos los días los voluntarios que cogen el teléfono. Mata explica que hay personas que omiten su obligación legal de denunciar a las autoridades cualquier vulneración sobre los derechos de un menor de la que tengan conocimiento. Hay personas que "miran pero no ven" esas vulneraciones porque tienen miedo de equivocarse.

Y luego hay personas que optan por llamar a ANAR para garantizarse el anonimato porque temen que de ir a la policía, acaben identificadas por el denunciado y haya represalias. Los hay que sólo dicen la ubicación "y no se quieren implicar más" y los hay que sí se involucran. "Hoy casi recibimos más llamadas de violencia sobre niños en el teléfono de adultos que en el de menores", apunta Mata. "Con esa línea llegamos a los menores de 9 años, que no nos pueden llamar", añade Moroder.

En el gabinete jurídico de ANAR destacan que poner en marcha la maquinaria requiere de coordinación fluida y también de celeridad. Salvo cuando se trata de intervenciones urgentes, en cuyo caso se establece comunicación con las fuerzas policiales directamente, el proceso empieza avisando a Servicios Sociales para que se hagan cargo de una situación ante la sospecha de que no hay ningún adulto que pueda ayudar a ese menor.

UN MAPA DE LA PROTECCIÓN EN ESPAÑA

Si estos no responden o no obran como deberían, se solicita intervención a Protección de Menores de la comunidad autónoma. Si falla también, se habla directamente con la Fiscalía de Menores. De cada caso se hace un seguimiento posterior en el que ANAR se asegura de que el niño ha sido protegido y se han atendido sus necesidades. Sus archivos son por ello también un termómetro de cómo funciona la protección de los niños en España.

ANAR, que gestiona las llamadas al 016 sobre violencia de género en que hay menores de edad implicados, ha entregado al Gobierno una batería de recomendaciones para confeccionar una Ley Integral de Violencia sobre la Infancia pero también para mejorar los mecanismos ya existentes. Mata dice que a falta de esta ley, el marco jurídico español es "buenísimo", el problema es que no desarrolla, no se presupuesta como debería y sobre todo, que no se conoce, como cuando un niño acude a comisaría y el agente no le gestiona la asistencia letrada gratuita porque no sabe que tiene ese derecho.