El patriarca del clan de los Gordos fue a un santero en Cuba para "quitarse" a sus enemigos y tener éxito en su negocio

Juicio al clan de los gordos
EUROPA PRESS

MADRID, 12 Nov. (EUROPA PRESS) -

El inspector jefe de la Udyco que coordinó el operativo contra el 'clan de los Gordos' ha asegurado este martes en el juicio que se celebra en la Audiencia de Madrid que Juan José H.R, el patriarca del grupo, viajó a Cuba para visitar a un santero con el fin de "quitarse a sus enemigos" y garantizarse el éxito en el control del tráfico de droga en la Cañada Real.

Un total de 21 personas, trece hombres y ocho mujeres, se sientan desde ayer en el banquillo de los acusados por pertenecer a este clan dedicado presuntamente al narcotráfico, cuyas operaciones tenían como epicentro la Cañada Real, según la Policía.

Entre los acusados se encuentra Ricardo H. M., alias 'El Bola', considerado uno de los herederos de este imperio de la droga, y los patriarcas del clan, Juan José y Adela M.G. Los procesados se enfrentan a penas de entre ocho y 22 años de cárcel por delitos contra la salud pública, tenencia ilícita de armas y pertenencia a banda criminal.

En la sesión ha comparecido el jefe de la Udyco que coordinó las entradas y registros a los domicilios de los acusados en mayo de 2012. Según ha señalado, las intervenciones telefónicas y las vigilancias dieron indicios para llevar a cabo la macro operación tras seis meses de pesquisas policiales.

"Me consta que en esos seis meses Juan José -el patriarca del plan-- no se dedicó a nada legal", ha reseñado. Y ha señalado que en ese periodo viajó a Cuba para acudir a un santero y "quitarse a sus enemigos". Ayer mismo, Juan José reconoció que fue al santero, pero aseguró que era para tratarse el problema de alcoholismo que tenía. Su mujer, Adela, se manifestó partidaria de la santería como curativa de enfermedades.

BÚNKERS BLINDADOS

En cuanto al operativo, el inspector ha detallado que las entradas se emplearon arietes para entrar en los búnker. A su entrada se encontraron con multitud de puertas blindadas, muchas de las cuales estaban reforzadas con barras de acero. "Había puertas acorazadas con barras de hierro forjadas cruzadas para impedir el paso", ha especificado.

Al entrar, según ha detallado, "todo estaba lleno de humo blanco" dado que las mujeres del clan, entre ellas la matriarca Adela M.G., utilizaron las estufas de leña para quemar la droga y la recaudación, algo habitual cuando se producen este tipo de operaciones.

En el operativo policial, los agentes hallaron cerca de 85.000 euros y una gran cantidad de joyas. Sin embargo, sospechan que gran parte del dinero lo tienen enterrado en las fincas de su propiedad, dado que lo incautado no se ajusta a las grandes cantidades de dinero que movían.

Los patriarcas del clan, Juan José H.R y Adela M.G., negaron ayer en el juicio que integren una banda dedicada a la venta de drogas y justificaron los 35.000 euros que se hallaron en su casa, así como las joyas incautadas valoradas en 12.000 euros en que le tocó la lotería en 2003.

OPERACIÓN CONTRA LOS GORDOS

Según el fiscal, los procesados fueron detenidos en el marco de una operación iniciada en octubre de 2011 por parte del Grupo XIV de la UDYCO de la Brigada Provincial de la Policía Judicial de Madrid, competente para la investigación de personas y organizaciones dedicadas a la introducción y distribución de sustancias estupefacientes.

Este operativo policial efectuó seguimientos y vigilancias a uno de los procesados, conocido por el sobrenombre de 'Piecitos', quien contactaba diariamente con otro de los procesados en el poblado de Valdemingómez.

Ambos se encargaban desde hacía tiempo de supervisar y controlar el ilegal tráfico de sustancias estupefacientes que se realizaba de forma diaria, en la modalidad del menudeo, en varios emplazamientos o parcelas propiedad del llamado clan de 'Los Gordos', al frente del cual estaban los otros dos procesados en la causa, que son matrimonio.

Uno de los procesados desempeñaba funciones de vigilancia y seguridad desde el exterior de las parcelas a bordo de un vehículo Rover, mientras que el otro lo hacía desde el interior de las parcelas, como hombre de máxima confianza del matrimonio.

El citado matrimonio, ambos dos de 42 años de edad, y patriarcas y líderes de la organización, acudía diariamente para supervisar personalmente el funcionamiento del operativo y, en ocasiones, para aprovisionar de sustancias estupefacientes. El matrimonio, en unidad de acción, controlaba íntegramente la organización, la gestión y el reparto del dinero entre los miembros del grupo, familiares directos o terceros.