La crisis aboca a un joven sevillano a vender pañuelos en un semáforo de la ciudad tras año y medio en paro

Europa Press Andalucía
Actualizado: domingo, 13 marzo 2011 12:17

SEVILLA 13 Mar. (EUROPA PRESS) -

Un joven sevillano de 32 años se ha visto obligado a vender pañuelos en un semáforo de la capital hispalense ante el actual contexto socioeconómico de crisis y la situación personal de desempleo que sufre, que se prolonga desde hace un año y medio.

En declaraciones a Europa Press, R.P. ha relatado cómo su vida comenzó a cambiar a raíz de que el contrato no le fuera renovado en una conocida cadena de supermercados en septiembre de 2009, tras lo cual dio comienzo su particular odisea en búsqueda de un trabajo que nunca le llegó.

"He tenido un montón de intentos de búsqueda de empleo por todo tipo de empresas y no ha habido forma", ha asegurado este sevillano, que principalmente ha centrado sus intentos en supermercados "de toda Sevilla", así como en "casi todas" las empresas de los polígonos industriales La Isla, La Palmera y La Red; en viveros y en la empresa Egmasa, justificando el último ámbito en sus estudios de Gestión y Organización de Recursos Naturales y Paisajísticos.

Fue en febrero de 2010 cuando, "harto ya de echar curriculums por todas partes", veía cómo el gasto en transporte se elevaba "para nada, para que simplemente aceptaran el papel, y teniendo que soportar cómo en algunos sitios incluso se reían, diciendo que no era el único".

Entonces, R.P. decidió iniciarse en la actividad de venta de pañuelos en semáforos, un fenómeno que en la capital hispalense está prácticamente en su totalidad identificado con inmigrantes que no cuentan con ninguna otra forma de ganarse la vida. "Fue a la desesperada, tenía unos gastos, de alquiler y suministros básicos, llamándome a la puerta y no podía con todos ellos", ha reconocido en referencia a su situación actual de vivienda, que comparte con una persona inmigrante.

"Los pañuelos te permitían sacarte algo, por lo menos para medio vivir, porque mi familia me ayudaba en lo que podía pero llegó un momento que no daba para más", ha señalado este joven, que actualmente desempeña esta actividad en la barriada de Bellavista y que ha admitido que los comienzos fueron "bastante duros", pues la gente es "un rebaño de ovejas". "Al principio me sentaba mal, luego ya hasta me lo tomaba a cachondeo", ha señalado.

Por otro lado, R.P. ha asegurado no tener problemas con los inmigrantes que se dedican a lo mismo que él. De hecho, relata, comparte 'su' semáforo con una inmigrante, la 'titular' del sitio, que suele ponerse durante la mañana y da el relevo a este sevillano, que trabaja, así, "normalmente por la tarde, unas cuatro o cinco horas".

En lo tocante a su futuro, ha reconocido verlo "bastante oscuro", ya que "uno acaba un poco quemado", si bien ha incidido en que guarda "un poco de esperanza", dado que la venta la lleva a cabo con un cartel en el que informa de su situación, "por si algún directivo lo ve y necesita personal". "Sigo buscando trabajo, pero ya controlando mucho más el gasto en transporte", ha apostillado.

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