La revista Catedral homenajea a los nueve 'barberos del Miguelete' que limpiaron el campanario en 1959

Mario Jiménez en el Miguelete
EUROPA PRESS
Actualizado: martes, 5 abril 2011 16:14

VALENCIA, 5 Abr. (EUROPA PRESS) -

El 20 de junio de 1959 un grupo de nueve jóvenes experimentados montañeros descendieron hasta 16 veces por el campanario de la Seo de Valencia para limpiarlo por primera vez de la maleza acumulada durante sus más de 500 años de historia. Les llamaron los 'barberos del Miguelete' y 52 años después el quinto número de la revista 'La catedral de Valencia' les reconoce su hazaña en un reportaje.

El director de este operación, Mario Jiménez, ha rememorado este martes ante los medios de comunicación esta "aventura de juventud, que salió muy bien" a pesar de que entonces contaban con "prehistóricos" medios comparados con los "exuberantes" materiales de ahora. Ni siquiera llevaron casos.

La idea surgió de Antonio Martí Mateo, miembro del centro Excursionista de Valencia quien se la propuso al entonces canónigo de la Seo, Guillermo Hijarrubio. Pero Martín Mateo tuvo que irse de la ciudad y fue entonces cuando un joven Mario Jiménez de 23 años asumió el proyecto. Y reunió a nueve expertos compañeros.

A las 8.00 de la mañana comenzaron el descenso. Èl fue el primero en bajar para comprobar la dificultad. Cuatro de ellos, en pareja, eran los encargados de descender para "afeitar" al Miguelete, mientras que los otros cinco compañeros velarían desde los 63 metros de altura de la torre por su seguridad.

Ocho horas fueron suficientes para terminar la limpieza. Mario Jiménez, a sus 75 años, aun recuerda que era tal la maleza cortada, incluso talaron una higuera y un olivo, que la plaza de la Reina habría quedado "sembrada" igual que para la festividad del Corpus Chisti si no hubiera habido un equipo de limpieza permanente.

Los jóvenes --Mario Jiménez, José Luis Cuñado, Santiago Germán y Miguel Gómez-- descendían desde la barandilla superior de la torre hasta la sala de campanas, se balanceaban hasta alcanzar alguna de las ventanas para volver a acceder a la escala interior y regresar arriba. Salvo Miguel Gómez, que su corpulencia le impedía acceder por estos vanos y fue el único que bajo hasta el techo de la catedral.

Para los descensos se valieron de dos cuerdas de cáñamo, las de nailon tardarían aún años en inventarse, de 50 metros cada una y otra de 45, una escala de 10 metros y mosquetones y anillos. Descendían con la técnica de "rappel" que permite al montañero controlar su propio descenso y liberar las manos mediante un nudo 'Prusik'. "Aunque había mucho peligro, no tuvimos miedo porque tomamos todas las precauciones posibles y siempre estuvimos vigilados. No nos arriesgamos", relata.

Por ello mismo, no permitió el descenso a otros voluntarios que simplemente querían bajar "sólo exhibición". "No era un circo, era trabajo", aclara. De hecho, se jacta, bromeando, que ha sido "de las pocas personas capaces de sacar dinero a Don Marcelino", entonces arzobispo de Valencia.

Y es que el prelado quedó tan satisfecho del resultado que citó en su despacho a sus artífices, a quien observó mientras descendían con prismáticos, y les ofreció una recompensa. "Pensamos que sería una estampita o un escapulario, pero nos dio 500 pesetas", relata. En un principio, rememora Jiménez, pidieron mil pesetas pero nos contestaron que era mucho y "lo fijamos en 800". "Pero al final nos dieron las mil pesetas", el sueldo medio de entonces.

Jiménez, uno de los dos supervivientes que queda, el tercero de ellos falleció una semana antes de que se terminara el reportaje, repasa las anécdotas de sus compañeros y las acras de susto de los viandantes que, desconocedores de la operación de limpiea, se pensaban que querían saltar. Así, cuenta que a Angel Tebar su madre le prohibió bajar con la amenaza de que no volvería a la montaña por lo que Miguel Gómez decidió salir "en silencio" sin dar a conocer su nombre por miedo a una reprimenda familiar. Cuando fueron entrevistados, replicó: "yo soy Mister X".

Esta acción ya tuvo mucho eco en la prensa de entonces, ocupó la portada de ABC, salió en Las Provincias ó en 7 fechas y fueron entrevistados por Radio Valencia y RNE. "Conservo todos los recortes. También es mi historia", apostilla.

SANTO CALIZ

Por otro lado, otros de los artículos que recoge el 5 número de la revista es sobre la custodia del corpus, la mayor del mundo con sus 5 metros y 600 kilos gracias a la generosidad de las contribuciones de la ciudadanía para su construcción en 1942, explica el canónigo conservador de l patrimonio artístico de la catedral, Jaime Sancho. Está formada por 600 kilos de plata, 5 de oro, 159 pequeñas esculturas, 20.000 piezas perfectamente estructuradas y precisó de 353.568 horas de trabajo de artistas y orfebres.

Los 5 metros de altura se corresponden exactamente con la medida de a puerta de Los Apóstoles de la catedral, para que pueda salir por ella, señala el también profesor de teología en la sala de las reliquias de la Seo, del siglo XIX y que por primera vez se abre para presentar este número, en el que se desgrana las partes de esta Custodia.Sancho también realizó un repaso de las reliquias que se conservan, entre ellas la huella de San Vicente Ferrer o el Santo Cáliz.