MADRID, 23 Jun. (EUROPA PRESS) -
El secretario general de UGT, Cándido Méndez, ha afirmado este martes que el presidente del Gobierno griego, Alexis Tsipras, "no dijo la verdad absoluta" a los griegos cuando planteó un programa de acción que daría la vuelta a las medidas de austeridad asociadas al rescate, sin contar que en el perímetro del euro no hay "soberanía absoluta, sino compartida".
Según Méndez, ahora se está viendo obligado a ceder a la realidad de la que no informó, a las "obligaciones" que conlleva pertenecer a la eurozona, y a plantearse medidas como elevar la edad de jubilación a los 67 años para evitar la salida de Grecia de la moneda única.
En declaraciones a los medios antes de participar en las Jornadas Confederales del III Acuerdo para el Empleo y la Negociación Colectiva, Méndez ha explicado que "los países que han aceptado las reglas de juego de la eurozona deben de compartir su soberanía; es una enseñanza que tenemos que extraer", a lo que ha añadido que, en cualquier caso, "aunque no haber dicho la verdad es responsabilidad del Gobierno de Tsipras", esto es algo que "no debe padecer el pueblo griego".
Por ello, ha confiado en que las instituciones europeas y el gobierno griego logren un acuerdo "exclusivamente" en beneficio del pueblo griego "porque la inmensa mayoría de sus ciudadanos no quiere salir del euro".
NO HAY COMPARACIÓN CON ESPAÑA.
Preguntado por si existe alguna analogía en este caso con España, Méndez ha recordado que el acuerdo de pensiones firmado en 2011 entre el Gobierno y los sindicatos ya incorporaba un incremento de la edad de jubilación hasta los 67 años. "Había quien nos comparaba con la situación de Grecia, pues los griegos irán a la misma situación", ha dicho.
"Todos debemos reconocer con modestia que estamos en un ámbito de soberanía compartida y que nuestro destino incorpora expectativas favorables y también deberes", ha insistido.
Sin embargo, preguntado si ello puede aplicarse también a la reforma laboral de 2012, el líder de UGT ha recalcado que "no es equiparable" porque ya existía una reforma laboral de 2010 que fue valorada positivamente por la propia canciller alemana, Angela Merkel, "la máxima exponente de la ortodoxia".
En su opinión, lo que el Gobierno de Mariano Rajoy hizo en 2012 fueron "destrozos innecesarios" que se tradujeron en menores salarios y menos empleo.
