Publicado 23/09/2020 17:49

Las mujeres desplazadas: resilientes y constructoras de paz

Manos de una joven
Manos de una joven - EUROPA PRESS - Archivo

   MADRID, 23 Sep. (EUROPA PRESS) -

   La Sección de Migrantes y Refugiados del Dicasterio para el Servicio del Desarrollo Humano Integral del Vaticano, el Servicio Jesuita a Refugiados (JRS) y la Unión Internacional de Superioras Generales han invitado a "escuchar e implicar" a los desplazados internos, más vulnerables ahora como consecuencia del Covid-19.

   Así lo han puesto de relieve representantes de las tres instituciones este miércoles 23 de septiembre durante un encuentro virtual con motivo de la 106 Jornada Mundial del Migrante y del Refugiado que la Iglesia celebrará este domingo 27 de septiembre y para la que el Papa Francisco ha elegido el lema 'Como Jesucristo, forzado a huir'.

   En concreto, el subsecretario de la Sección de Migrantes y Refugiados del Dicasterio para el Servicio del Desarrollo Humano Integral del Vaticano, el cardenal Michael Czerny, ha propuesto "trabajar con las iglesias locales" como ya están haciendo organizaciones católicas como el JRS, para prestar ayuda a los desplazados internos e implicarlos en las decisiones.

   Según ha recordado el director internacional del JRS Tom Smolich en 2019 hubo 45,7 millones de desplazados internos por conflictos armados, violencia generalizada o violaciones de derechos humanos y ha advertido de que en estos momentos "su vulnerabilidad al Covid y al abuso es muy elevada".

   Ante esta situación, la secretaria ejecutiva de la Unión Internacional de Superioras Generales (UISG), la hermana Patricia Murray, ha apostado por rechazar los "miedos y prejuicios" de cada una y "escuchar atentamente" a los desplazados internos así como a todas las personas marginadas para "lograr un cambio".

   La hermana Inés Oleaga, exvoluntaria, del Servicio Jesuita a Refugiados en República Democrática del Congo, ha contado la situación de Masisi una zona donde el "desplazamiento es constante" debido a que hay muchos grupos armados que convierten la zona en "hostil".

   "Es común ver a gente en desaplazamiento, van al lugar seguro más cercano a su lugar de origen, a un campo de refugiados ya sea de ACNUR o espontáneo, a familias de acogida, etc. Masisi es una zona de desplazamiento y retorno", ha comentado.

   Al desafío de "sobrevivir en sentido literal" se suma el de "poder vivir en medio de mucha precariedad" pues, según ha denunciado, a veces hay "mucha burocracia y corrupción para que la ayuda llegue a las personas". En este contexto, las mujeres se ven obligadas a salir a buscarse la vida exponiéndose a las violencias sexuales.

   Oleaga ha subrayado la importancia de "involucrar para promover" y, en este sentido, ha destacado algunas de las iniciativas que llevaron a cabo en Masisi, como un campeonato de fútbol o un grupo de teatro, para buscar la paz entre etnias o grupos históricamente enfrentados.

   Por su parte, María Santos Caicedo, líder comunitaria de desplazados internos en Colombia, ha contado cómo en 2018, a raíz del asesinato del líder de su comunidad, tuvo que huir de su territorio con su hijo mayor con discapacidad y dejar atrás a su pareja y a otros dos hijos.

   "Es algo muy doloroso dejar toda tu vida de lado para salvaguardar la propia y la de tu familia", ha asegurado emocionada. A partir de ese momento, se tuvo que "llenar de valor para seguir luchando" y ahora hace manualidades, mandalas, como una forma de olvidar el sufrimiento y de ganarse la vida.

MUJERES DESPLAZADAS: CONSTRUCTORAS DE PAZ Y RESILIENTES

   Caicedo ha pedido que "no se revictimice" a las mujeres desplazadas y ha reivindicado su rol en la construcción de la paz. Por ello, ha exigido que no se las trate como "instrumentos" porque tienen "voz y voto" y son mujeres "resilientes".

   Por otro lado, la directora nacional del SJR en Myanmar, Rosalyn, ha explicado que en su país hay más de 450.000 desplazados y ha contado cómo sus propios padres tuvieron que escapar de la guerra civil. "Ahora me entristezco al ver a personas que siguen escapando por la guerra en medio de la pandemia", ha lamentado.

   Hasta tal punto la vida de estas personas está marcada por el desplazamiento que un hombre de 65 años le contó que había tenido que huir en once ocasiones a lo largo de su vida porque su aldea había sido quemada por los militares.

   Rosalyn ha puesto de manifiesto que a las dificultades a las que ya se enfrentaban los más vulnerables de Myanmar como el riesgo de las minas, el abuso sexual, el tráfico de personas o el reclutamiento de niños soldados, se suma ahora el Covid-19 que ha vuelto la vida "todavía más difícil".

   Para las participantes en el evento, "hay oportunidades de inclusión" de los desplazados internos "a pesar de las adversidades" porque, según han dicho, "la mayor fuera está en ellos mismos".