LAS PALMAS DE GRAN CANARIA, 20 Oct. (EUROPA PRESS) -
Un anciano de 72 años de edad acusado de presuntamente haber agredido sexualmente a un niño en agosto de 2003 en las inmediaciones de una plaza en Telde (Gran Canaria), cuando el menor entonces tenía siete años de edad, negó hoy los hechos y proclamó su "total inocencia". En cambio, la víctima relató nervioso lo acontecido, que sucedió mientras "jugaba al escondite" con sus amigos.
"He vivido más de 30 años en ese barrio y no he tenido nunca ningún problema. Es un acto de venganza por haberle insinuado al padre de los niños que otro hombre entraba en su casa y su mujer quizás era infiel", aseguró L.P.T. en su declaración durante el juicio en la Sección Segunda de la Audiencia Provincial de Las Palmas acusado de un presunto delito de agresión sexual, por el que la Fiscalía ha solicitado imponerle 13 años y seis meses de cárcel y la acusación particular 14 años de prisión, mientras que la defensa reclama la libre absolución.
Por su parte, los peritos que examinaron a la víctima han concluido que "no ha sido un suceso inventando, sino que obedece a una vivencia real". No obstante, el forense que analizó al acusado determinó que "no tiene ningún trastorno mental, pero sí tiene dificultades en el área sexual", así como explicó la existencia de "indicios de parafilia" en el procesado.
L.P.T. manifestó en su intervención que ve a "ese niño como a los demás" y atribuyó la denuncia presentada en su contra a "un acto de venganza de los padres del niño". "Jamás he tocado yo a nadie en tantos años que llevo allí", añadió el acusado, que rechazó que un día de agosto de 2003 se encontrara en las inmediaciones de una plaza en un barrio de Telde, y, supuestamente "con la intención de satisfacer sus deseos sexuales", se abalanzó sobre un niño y le "llevó a la fuerza detrás" de una vieja apisonadora, donde presuntamente le agredió sexualmente.
El procesado reconoció que en el citado lugar existe dicha maquinaria y es "una especie de mirador" donde se sientan los ancianos, "pero jamás con ningún niño". Agregó que tenía "cierta relación de amistad" con los padres de la víctima e incluso alguna vez subió a su vehículo, pero negó que intentara tocar al menor o a alguno de sus otros dos hermanos. "Yo me sentaba siempre delante de copiloto con el padre porque ambos fumábamos", argumentó.
"He criado a mis hijos y nietos y también he ayudado a vecinos para que ayudaran a sus hijos a salir adelante y nunca he tenido problemas", indicó L.P.T., que ha estado en prisión por esta causa desde el 2 de febrero de 2004 hasta el 9 de febrero de 2006.
"MIEDO Y VERGÜENZA"
Como consecuencia de los hechos el acusado causó al menor "una inadaptación general casi alta con depresión y pesimismo", lo cual determinó el seguimiento y tratamiento por el psicólogo de los servicios sociales municipales.
De hecho, el niño, que actualmente tiene 12 años de edad, relató en su declaración como testigo que todo ocurrió un día de agosto cuando estaba jugando al escondite con sus amigos y se ocultó tras una máquina, donde se encontraba su vecino L.P.T., a quien se acercó porque "tenía confianza con él en aquel momento". Añadió que el anciano le sujetó, le impidió huir y supuestamente le obligó a llevar a cabo prácticas sexuales.
"No se lo dije a mis padres porque me daba miedo y vergüenza, pero se lo dije a mis hermanos", mencionó el menor, que se mostró bastante reacio a contar detalles de los hechos. Tras sufrir presuntamente los abusos sexuales, logró escapar y "salir corriendo" al acercarse uno de sus amigos que le estaba buscando y soltarle el acusado. Además, reiteró que el procesado intentaba tocarle a él o a alguno de sus hermanos cuando iba sentado con ellos en el coche familiar.
El niño subrayó que "siempre" ha contado "la verdad" y dijo que "nadie" le ha propuesto "nunca" plantear "ninguna mentira" al respecto.
UN RELATO "CREÍBLE"
De hecho, dos de las peritos que comparecieron indicaron que sus informes concluyen que "no ha sido un suceso inventado", y la víctima utiliza "un lenguaje adecuado y un relato coherente", así como los testimonios de sus padres, hermanos y el niño "son muy congruentes entre sí".
Agregaron que al afectado "no le gusta nada hablar del tema". "Él lo cuenta porque se lo han descubierto, pero no lo hubiera contado por propia iniciativa y esto también es un criterio de credibilidad", destacó una de las forenses, que describió al niño como "inseguro y miedoso" tras lo sucedido.
Por su parte, otro de los forenses no detectó "ningún trastorno de personalidad ni psicológico" en el acusado, quien presenta "indicios de parafilia".
El padre de la víctima comentó que L.P.T. "siempre fue una persona bienvenida" en su casa y apuntó que se enteró de los hechos en enero de 2004 por un encuentro casual entre su hijo perjudicado y otro de sus hermanos en su domicilio, instante en el que se quedó "bloqueado". Posteriormente, se lo contó a su mujer y acudieron a los servicios sociales municipales, que les aconsejaron cómo actuar y presentaron la pertinente denuncia.
Desde entonces "el niño ha sido tratado con psicólogos, tiene miedo por la noche y no puede dormir", redundó el hombre, que reconoció que hasta averiguar el supuesto hecho delictivo mantenía "una relación cordial" con el anciano.
Asimismo, hizo especial hincapié en que "es incierto" que fumara junto con el acusado en las ocasiones en que iban en su vehículo, ya que argumentó que "nunca" fuma delante de sus hijos.
Por todo ello, el Ministerio Fiscal reclama para L.P.T. una pena de 13 años y seis meses de prisión, así como solicita que, en concepto de responsabilidad civil, el procesado indemnice a la víctima con 18.000 euros por los daños morales causados, cuantía que también reclama la acusación particular, que solicita una pena de 14 años de cárcel. Por su parte, la defensa reclama la libre absolución para su cliente al considerar que es "inocente".