La madre y familiares de la joven muerta en Sevilla tras recibir un tiro de su pareja dicen que era maltratada

Europa Press Sociedad
Actualizado: martes, 26 junio 2007 18:19

SEVILLA 26 Jun. (EUROPA PRESS) -

La madre de la joven muerta en la barriada sevillana de Los Pajaritos el pasado 2 de diciembre de 2005, tras recibir un disparo en la cabeza por parte de su pareja, aseguró hoy en el juicio que su hija sufría malos tratos por parte del acusado, pero que ella lo negaba, y que incluso lo puso en conocimiento del Instituto Andaluz de la Mujer (IAM), afirmaciones que han sido corroboradas por las declaraciones de los otros familiares.

La madre de Susana V.M. declaró que desde el principio se opuso a la relación con Enrique R.G., ya que se enteró "que había estado en un reformatorio de menores y puse el grito en el cielo porque tenía mucho miedo", asegurando que la castigó, pero se veían a escondidas y que incluso la llevó a un psicólogo. "Era la niña de mis ojos y no quería que le hicieran daño", explicó tras indicar que sabía que él "pertenecía a un banda que llamaban del Demonio".

De igual modo, aseguró que en una ocasión, aún de novios, fue testigo de como el procesado insultaba a su hija, "estaba en casa con la luz apagada y mi hija arriba. Él creía que estaba sola y comenzó a decirle guarra, perra te voy a matar", tras lo que escuchó la voz de su hija que le pedía que se callara porque estaba su madre. Ésta salió recriminándole la actitud, "y me dijo que era una broma".

Rosa María M.C. dijo que tenía conocimiento de los malos tratos a través de una sobrina, que hoy también declaró, pero que habló con Susana y se lo negó. "Incluso llegué a hablar con él para pedirle que cambiara y que formara una familia estable, que ella le quería mucho", aseveró entre lágrimas. Además, indicó que en varias ocasiones "le vi moratones", pero "siempre me decía que se había dado un golpe".

Así, acudió en dos veces al IAM, "pero me dijeron que tenía que ser ella la que tenía que poner la denuncia y que la convenciera". Sin embargo, tras hablar con su hija, "me negó todo y le pedí que por lo menos fuera a informarse". La madre también aclaró que durante el tiempo que la pareja vivió junta "mi hija vino a casa en varias veces porque se peleaban, y ella me decía que siempre coincidía en fin de semana para irse por ahí".

"JUGANDO A LAS PELEITAS"

De igual modo, dos de las primas y una amiga de la joven también señalaron en la vista que el procesado maltrataba a su mujer y que llegaron a ver algunos episodios de violencia. Así, una de las primas, Úrsula, dijo que Susana acudía a su casa "cada vez que tenían una pelea fuerte", afirmando que varias veces le vio moratones "pero nunca me decía que le pegaba, sino que se lo había hecho con algún mueble o jugando con él a las peleitas".

La joven y su marido dijeron al tribunal que en una ocasión, "comiendo en un restaurante mexicano", vieron como le daba "un revés en la boca" tras discutir con ella, insultando también a su suegra "diciendo algo así que como tiene un riñón a ver si le falla y se muere", explicó el marido de Úrsula.

Otro de los episodios que ambos contaron tuvo lugar una semana antes de la muerte de Susana, cuando el acusado se había marchado a casa de su madre "y le había dicho que pensaba dejarla, aunque así estaban un día sí y oto no", y al volver a su casa "descolgó la puerta a porrazos y patadas". Según el matrimonio, la joven le pidió al marido de su prima que le arreglara la puerta, quien dijo que la vio "más asustada y nerviosa que nunca".

La pareja también explicó ante la sala que también fueron testigos de como Enrique R.G. la amenazó de muerte cuando acudieron a su casa a recoger una bañera para el niño "y cuando me acerqué al coche estaban discutiendo y él le decía te voy a matar". Asimismo, el marido de Úrsula dijo que la intención de la familia de Susana fue la de integrarlo y ayudarle, "le busqué un trabajo de peón pero duró tres o cuatro semanas y se marchó porque decía que él ganaba más que trabajando".

Por su parte, otra de las primas, Tamara, relató que presenció como él "la agarró por los pelos y la tiró al suelo", cuando "estábamos de cachondeo y salimos corriendo las dos y le cerramos la puerta" y que una vez en el suelo, encontrándose ella embarazada, él le dio un golpe en los genitales "pero no fuerte porque sino hubiera perdido el niño". Así, dijo que su prima insistió en ir al hospital porque le dolía, "pero lo único que quería era que él fuera hacer las paces como pasó".

De igual modo, su prima destacó que "nadie se podía meter porque te contaba lo que le hacía y luego la veías con él", señalando en este sentido que le relató a su tía lo que pasaba, pero "ella lo negó y quedé como mentirosa". Los otros familiares también dijeron que "ella le quería mucho" y que no quería que su madre se entera "porque sabía que se oponía a la relación".

En este sentido, una de sus amigas declaró que Susana le pedía que "no lo contara a nadie porque era su vida y que como lo quería mucho no iba a denunciarlo". Así, señaló que ella estaba al tanto porque "me enseñaba los moratones del brazo y del trasero", que se lo contaba "cuando más fuerte le pegaba" y que "le daba cosquis en la cabeza", añadiendo que "nadie se esperaba que fuera a pasar eso".

INMADURO Y NO AGRESIVO

Por otro lado, en la vista declararon dos médicos psiquiatras forenses, los mismos que hicieron el informe del asesino del celador Gaspar G.T., que destacaron que el acusado se encuentra "bajo un tratamiento de ansiolíticos muy fuerte, por lo que han tenido que verle muy mal para darle esta medicación".

Los médicos indicaron que la personalidad de Enrique R.G. "no es agresiva", ya que "no aparecen signos evidentes" ni tampoco enfermedades mentales. No obstante llamaron "la atención" sobre "la inmadurez que presenta y que él mismo trata de controlar, aunque a veces se le puede desbordar como le puede pasar a cualquier persona".

Sobre su personalidad los psiquiatras dijeron que es un "hombre tradicional", que cree que "su mujer debe permanecer en casa y el llevar el sustento", indicando en este sentido, que para él "la familia es lo más importante". De igual modo, aseveraron que "no tiene rasgos que marquen un perfil maltratador" y que con su personalidad "no cuadra con una conducta premeditada".

Por último, indicaron que tiene un carácter "algo impulsivo", lo que quiere decir que "normalmente puede controlar la situación", como dijeron que demuestra el hecho "de que fuera capaz de llamar al 061, cogerle la lengua y acompañarla hasta el hospital". Además, los forenses concluyeron, a preguntas de la acusación particular, que "cualquier persona puede matar siempre y cuando exista un estímulo desencadenante".

Las últimas de las testificales practicadas en la sesión de hoy fue la de las forenses que hicieron la autopsia al cuerpo de Susana, quienes corroboraron que por la forma de entrada y salida de la bala "el autor del disparo estaba un plano superior y ella sentada". En cuanto a unas lesiones que presentaba el cadáver, consistente en hematomas en "la mama derecha y dos en las axilas", las atribuyeron al traslado del cuerpo al hospital en el coche, pues "no eran lesiones antiguas, sino recientes".

La sesión de mañana, la tercera, se iniciará a las 10.00 horas con la testificación de la madre del acusado y otros testigos propuestos por la defensa. Asimismo, también está previsto que declaren cuatro policías nacionales de la Policía Científica, además de la reproducción del DVD con la reconstrucción de los hechos.

E.R.G. se enfrenta a los 27 años de prisión y tres meses que la Fiscalía de Sevilla y la acusación pública, ejercida por la Junta de Andalucía, reclaman al imputarle un presunto delito de asesinato, cuatro de maltrato, uno de tenencia ilícita de armas y una falta de injurias. La acusación particular, ejercida por la madre, un total de 33 años; mientras que las indemnizaciones coinciden, reclamando 217.381 euros para la madre y 9.600 euros para el hijo de la pareja.

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