Cada 14 de junio celebramos el Día Nacional de las Lenguas de Signos Españolas, una jornada que apela a la justicia, al reconocimiento y, sobre todo, a la igualdad. Y es que las lenguas de signos no son un recurso accesorio ni una herramienta útil para unos pocos. Son lenguas plenas, vivas, que forman parte del patrimonio cultural y lingüístico de nuestro país. Y como tales, merecen visibilidad, respeto y promoción.
Las personas sordas sabemos bien lo que implica vivir en una sociedad que, aún hoy, sigue cuestionando y relegando nuestras lenguas. Lo sabemos porque muchas hemos crecido sin referentes lingüísticos, adaptándonos a entornos que no estaban pensados para nosotras. Hemos tenido justificar una y otra vez nuestra forma de comunicarnos y reiterar hasta lo evidente: que las lenguas de signos son lenguas de pleno derecho.
El Día Nacional de las Lenguas de Signos Españolas no es, por tanto, una efeméride más. Es una oportunidad para recordar, reconocer y reivindicar que tener acceso a la lengua de signos, lejos de ser un privilegio, es un derecho. Y no un derecho simbólico, sino un derecho tangible, exigible, real. Un derecho que debe traducirse en aulas bilingües con profesionales sordas/os, en medios de comunicación accesibles, en servicios públicos donde la lengua de signos esté presente sin depender de voluntades individuales.
La lengua de signos es comunicación. Es identidad. Es afecto. Es comunidad. Es cómo nos hemos contado el mundo y cómo el mundo ha llegado a nosotras. Por eso, cada signo compartido entre una madre y su hija, entre una pareja, entre compañeros de trabajo o entre ciudadanas/os y la administración, es una victoria colectiva. Una forma de gritarle al mundo que las lenguas de signos nos hacen más fuertes.
En una realidad que a menudo parece diseñada para excluir, nuestras lenguas rompen barreras, abren puertas, suman, enriquecen. Y SÍ. Exigimos compromisos políticos claros que aseguren que las lenguas de signos ocupen el lugar que merecen en la educación, en la sanidad, en la justicia, en el empleo. Y NO. No nos detendremos hasta que la defensa de nuestras lenguas sea una responsabilidad compartida. Porque cuando se garantiza el derecho a la lengua de signos, no gana solo la comunidad sorda. Gana la democracia. Gana la diversidad. Gana la sociedad entera.
Feliz Día Nacional de las Lenguas de Signos Españolas.
Roberto Suárez es presidente de la Confederación Estatal de Personas Sordas (CNSE)