Desde 2006, la Fundación Síndrome de Down de Madrid (FSDM) permite a jóvenes con discapacidad intelectual independizarse. Raúl, un joven de 32 años, acaba de conseguir lo que todo chico de su edad desea: poder irse de casa. Tras años de esfuerzo y trabajo, Raúl ha logrado empezar una nueva etapa en su vida. Desde septiembre de este año comparte piso con Patricia y Lorena, dos chicas de 27 años en su misma situación. Esta historia podría reflejar la realidad de muchos jóvenes españoles que deciden abandonar el hogar familiar. Sin embargo, la decisión de independizarse en estos chicos cobra mayor significado ya que se trata de chicos con discapacidad intelectual. Todos ellos han conquistado su sueño de ser independientes gracias a los apoyos que se les proporciona desde el proyecto Domus.
El 28 de enero de 2006 y tras observar las principales necesidades y peticiones de las personas adultas con discapacidad, la Fundación decidió crear el programa de Domus. Gracias a él, jóvenes con discapacidad intelectual adquieren habilidades de la vida cotidiana con el fin de tener una vida autónoma con los apoyos necesarios. Son muchas las razones por las que estos chicos deciden participar en el proyecto. La mayoría de ellos, entran porque se encuentran en una etapa de su vida en la que ya no quieren seguir viviendo en casa; necesitan independizarse y empezar a formar su propia familia.
Tras tres años de vida y algunos cambios en su estructura, el proyecto Domus se presenta hoy en tres fases. La primera es la de formación y tiene como objetivo principal que en un futuro los participantes puedan vivir de manera independiente. Para ello, empiezan con una clase una vez a la semana donde les enseñan habilidades de autonomía en el hogar. Durante un periodo de tres meses compaginan estas clases con una estancia de un fin de semana al mes en uno piso, donde ponen en práctica todo lo que han aprendido. En esta primera fase se encuentran los chicos que tienen claro que quieren independizarse en un futuro próximo, pero también los que ven la idea de salir de casa algo más lejana.
La segunda fase es la de convivencia en la vivienda. En ella, los participantes combinan el aprendizaje con periodos más largos de vida en común. Pasan a vivir una semana sí y otra no en el piso, lo que les permite ir adaptándose poco a poco. Esta fase es fundamental ya que es cuando deciden por ellos mismos si quieren dar el paso hacia la vida independiente de forma continua. Por último, la tercera y última fase del proyecto, es cuando los participantes se van a vivir de forma definitiva al piso de la Fundación.
Lorena, Patricia y Raúl han sido los primeros en llegar a la última etapa del proyecto. Todos ellos viven en un piso que se encuentra en una comunidad de vecinos del Barrio del Pilar. Se trata de un piso de cuatro dormitorios, dos baños, un salón comedor y una cocina. Es un lugar muy familiar y acogedor en el que los chicos tienen a su disposición zonas verdes, una sala de uso común y una piscina. Todas estas instalaciones les permiten una mayor integración es su nuevo barrio. Para Lorena, Patricia y Raúl, la vida en el piso transcurre de forma natural y normalizada. Durante el día cada uno acude a sus trabajos; Lorena y Patricia a unos centros ocupacionales y Raúl al Starbucks. Una vez terminada su jornada de trabajo acuden a sus actividades.
La noche es el momento en el que todos coinciden en casa y se cuentan las anécdotas del día. Los fines de semana lo aprovechan para pasar más tiempo juntos: van a dar una vuelta por el barrio, toman el aperitivo, alquilan una película, juegan a juegos de mesa en casa, van al karaoke etc., pero también para ver a sus familias el domingo.
Los resultados de Domus están siendo muy positivos y tanto los participantes como sus familiares coinciden en el cambio que han experimentado. Gracias a su esfuerzo y a la ayuda de los profesionales, han adquirido mayor destreza y responsabilidad en las tareas del hogar, en su conducta, en su higiene y en la planificación de sus tareas. De igual modo, gracias a las clases, los chicos van tomando conciencia de sus puntos débiles, lo que les ayuda a mejorar día tras día.
Toda la gente implicada en Domus está orgullosa de los resultados, los chicos, sus familias y los profesionales. Miriam, una de las profesionales del proyecto ha podido ver de primera mano la evolución de todos ellos. "Ver a los chicos que comenzaron en una fase primera y verlos ahora que están viviendo y verles contentos, felices pues te sientes orgulloso. Pero también lo que comienzan en la fase uno con sus pequeños progresos", asegura la joven.
Un punto importante dentro del proyecto Domus es el apoyo que ofrece la Fundación a las familias. Pese a sentirse orgullosos de sus hijos, los padres tienen sentimientos contrapuestos. Saben que los jóvenes deben aprender a desenvolverse solos para poder independizarse y llevar una vida adulta normal. Les apoyan y les muestran su cariño en todo momento. Pero sienten tristeza al ver que esos hijos a los que han protegido especialmente desde su nacimiento, están echando a volar.
Consciente de este sentimiento contradictorio, la Fundación proporciona a la familia apoyo psicológico para que se adapten a la nueva situación. Asimismo, los padres se apoyan mutuamente a través de un grupo que han creado ellos mismos. Este grupo está conducido por dos psicólogos. Durantes sus reuniones los padres pueden hablar de sus miedos y dudas con gente que comparte sus mismas inquietudes.
Como todo proyecto, Domus conlleva sus gastos. Hay que pagar el alquiler de los pisos, el material que utilizan para las clases, los gastos que implica tener varias casas abiertas y el sueldo de los profesionales que trabajan en él. Para hacer frente a todos estos gastos, la FSDM cuenta con el apoyo de la Comunidad de Madrid, quién a través del IVIMA (Instituto de la Vivienda de Madrid) ha cedido a la Fundación dos pisos nuevos en régimen de alquiler subvencionado en la zona madrileña de Ventilla y a través de la Consejería de Familia y Asuntos Sociales subvenciona parte de los gastos del piso tutelado. Igualmente, empresas privadas han puesto su granito de arena como es el caso de Miele, que cedió todos los electrodomésticos del primer piso y actualmente va a ceder los electrodomésticos del nuevo.
Por último, Domus es un proyecto que ha contado con el apoyo de entidades como BNP Paris Bas, Gas Natural, Stavros Niarchos, Bancaja, Novoclima, Disedis, Proilinsa, Acivesa y Caixa Tarragona, quienes han aportado importantes sumas de dinero a través de sus proyectos sociales. El caso de BNP Paris Bas merece ser destacado. En octubre de hace dos años, BNP Paris Bas decidió no hacer regalos de Navidad a sus clientes e invertir ese dinero en una acción solidaria. Al oír hablar del proyecto Domus, vieron que el programa encajaba con lo que buscaban: un proyecto de ayuda a los más desfavorecidos para mejorar su integración social. Aquel año cambiaron 2000 regalos de Navidad por algo mucho más valioso y enriquecedor: una ayuda de 20 000 euros. Gracias a esta colaboración, la FSDM pudo darle un empujón a Domus pagando los primeros gastos de alquiler y de muebles.
El proyecto Domus no es el primero de este tipo en España. De hecho, cuando la FSDM diseñó este programa estudió otros proyectos fuera de Madrid ya consolidados como el de la FSD de Murcia creado hace 8 años o el Proyecto Aura Habitat de Barcelona puesto en marcha en noviembre de 2002. Todos estos proyectos tienen su origen en la filosofía de vida independiente que nació en los años 60 en Berkeley. Ed Roberts fue la primera persona con discapacidad en conseguir ser admitido en la universidad, logrando romper barreras físicas y psicológicas. Su hazaña fue el origen del movimiento de vida independiente que ha permitido cuarenta años después y gracias a la FSDM independizarse a jóvenes madrileños con discapacidad intelectual.