Publicado 21/09/2017 18:40

La inversión mundial en energía eficiente y baja en emisiones aumentó en 2017 frente al descenso del petróleo y gas

Nuevo generador onshore 4.8-158
GE RENEWABLE ENERGY

   MADRID, 21 Sep. (EUROPA PRESS) -

   La inversión mundial en eficiencia energética aumentó un 9 por ciento en todo el mundo y se incrementó un 6 por ciento la inversión en redes de electricidad mientras que la inversión en petróleo y gas cayó en torno a un cuarto y en poder de generación cayó un 5 por ciento, según el 'World Investment 2017', el Informe Mundial de Inversión en Energía, publicado por la Agencia Internacional de la Energía (IEA).

   Así, el estudio señala que en 2017, la inversión total en energía a nivel mundial alcanzó la cifra de 830.000 millones de euros, un 12 por ciento menos que el año anterior en términos reales. La cifra supone un 2,2 por ciento del Producto Interior Bruto mundial.

   Al mismo tiempo, el sector eléctrico aventajó a la demanda de combustibles fósiles para convertirse en el mayor receptor de la inversión en el sector de la energía en 2017 por primera vez en la historia. En la actualidad, el petróleo y el gas representan dos quintos de la inversión mundial frente al 28 por ciento del gasto de capital en esos sectores entre los años 2014 y 2016. Como resultado, los componentes bajos en carbono, incluidas las redes de electricidad crecieron en doce puntos porcentuales, has el 43 por ciento en el mismo periodo.

   De acuerdo con el informe, la República Popular de China sigue siendo el país que mayor parte del pastel se lleva en la inversión en energía, con el 21 por ciento del total mundial. Entre las causas, el estudio observa que el cierre del 25 por ciento de las plantas de carbón, la inversión en energía en China está incrementándose y se dirige a la electricidad baja en carbono y las redes, así como en la eficiencia energética.

   Por su parte, señala que la inversión en India dio un salto del 7 por ciento en el último año y consolida así su posición como tercer gran país por detrás de Estados Unidos. Además, apunta que el rápido crecimiento de las economías del sureste asiático juntas representa un 4 por ciento del total de la inversión global en energía.

   En cuanto a Estados Unidos, señala que después de un agudo declive en la inversión en petróleo y gas, la participación de ese país en la inversión global en energía subió un 16 por ciento y se mantiene aún en cifras superiores a las de Europa, donde la inversión cayó un 10 por ciento, principalmente como resultado de las renovables.

   Respecto a las tendencias en el sector, el estudio mundial expone que después de una caída brusca del 44 por ciento entre 2014 y 2016, la inversión en petróleo y gas ha repuntado "modestamente" en 2017.

   Sobre el gasto en redes eléctricas y en capacidad de almacenamiento siguió su tendencia creciente de los últimos cinco años y ha llegado a los 232.000 millones de euros en 2016, con un 30 por ciento de expansión debido al gasto de China (30%) en sus sistemas de distribución. Otro 15 por ciento en inversiones en redes fue a india y al sudeste asiático, Estados Unidos copó el 17 por ciento del total y Europa un 13 por ciento.

   Asimismo explica que la inversión en eficiencia energética se expandió una vez más a pesar de los persistentes precios bajos de la energía y llegó a los 194.000 millones de euros en 2016. En este ámbito, destaca que Europa fue la región que más destinó a este tipo de inversión, aunque la más rápida tuvo lugar en China.

   Del conjunto global de inversiones en energía a nivel mundial, más del 90 por ciento fueron financiadas por inversores y el informe sugiere la importancia de beneficios en las empresas sostenibles, que se basan en los mercados energéticos y en las políticas. Además, el papel de los actores estatales en la inversión en energía "sigue siendo elevada", según cita el informe, bien a través de inversión pública o bien con empresas estatales que en total llegaron a un 42 por ciento del total, un nivel superior al 39 por ciento de 2011. En esta circunstancia también influye "notablemente" China.

   Por otro lado, el informe subraya que las políticas gubernamentales y los nuevos modelos de negocio están teniendo un profundo impacto en la forma de invertir y en la demanda eléctrica. Por ejemplo, en 2016, el 94 por ciento de la inversión en generación energética global fue acometida por compañías que operar bajo agencias tributarias reguladas y públicas o bien mediante mecanismos regulatorios para gestionar el riesgo asociado a las variables de los precios del mercado.

   Si bien, la recesión o caída de los precios del petróleo no tuvo una afectación significativa en las inversiones de las empresas de petróleo y gas, aunque muchas de ellas se apalancaron de forma significativa. En todo caso, a pesar del recorte en inversión y una mejor disciplina de costes, las principales aumentaron su deluda por encima de los 84.000 millones de euros entre finales de 2014 y principios de 2017.

   En cuanto a la innovación en energía, la digitalización y el empleo, a nivel mundial se han destinado 54.500 millones en investigación y desarrollo en 2015. El estudio precisa que Europa y Estados Undios son los mayores gastadores en tecnología de la energía, con más de un 25 por ciento del total cada uno, mientras que China el primer inversor en investigación y desarrollo de energía de acuerdo con su PIB después de adelantar a Japón en 2014.

   Finalmente, el informe revela que por tercer año consecutivo las emisiones de dióxido de carbono (CO2) se estancaron en 2016 debido a una inversión extendida en eficiencia energética, el cambio del carbón al gas y el impacto acumulativo de la nueva generación baja en carbono, así como las sanciones que para la nueva generación baja en carbono se han parado.

   Incluso a través de la contribución de los nuevas energías eólica y solar a la satisfacción de la demanda han aumentado en alrededor de tres cuartos en los últimos cinco años, la generación esperada de este crecimiento en capacidad eólica y solar es, en su mayor parte, compensada por el lento declive de las inversiones en energía nuclear e hidroeléctrica, que han caído a la mitad en ese mismo tiempo.

   Por último, el informe concluye que la inversión en una nueva generación energética baja en carbono necesita aumentar para ir en paralelo con el crecimiento de la demanda eléctrica, y hay un considerable recorrido para más innovación en energías limpias por parte de los gobiernos y, en particular, por el sector privado.