Actualizado 08/06/2007 20:18

RSC.- Un experto culpa a la compañía Doe Run de la destrucción ambiental en el complejo metalúrgico de la Oroya en Perú

Los ríos, lagos y lagunas de la sierra central peruana son "la cloaca" de las compañías del sector minero que actúan impunemente


MADRID, 8 Jun. (EUROPA PRESS) -

El médico jefe de Departamento del Ministerio de Salud peruano, Godofredo Arauzo, señala a la empresa Doe Run Perú --subsidiaria de Doe Run Company con sede en Missouri (Estados Unidos)-- como responsable de la degradación ambiental en el complejo metalúrgico de la Oroya, donde se procesan minerales con alto contenido de sulfuros de la sierra central peruana, y que han convertido a esta ciudad en la más contaminada del país.

Según sus investigaciones, --recogidas en un Informe del que se hace eco la prensa local-- la compañía, que forma parte de un conglomerado de más de 20 empresas y se dedica también al refino de cobre, plomo y zinc, y otras empresas mineras son las causantes de que "el Medio Ambiente, aire, agua y suelo de la región central de Perú estén tremendamente contaminados, especialmente por los desmontes, sedimentos, rebose de las balsas de agua ácida de las minas, y dispersión de contaminantes secos por el aire, que eliminan sin ningún tratamiento las 17 compañías mineras en actividad, incluyendo la refinería de la Oroya y las 67 industrias mineras abandonadas".

Este experto alerta de que la situación es especialmente grave en las subcuencas de los ríos San José- Anticona, SanJuan, Yauli, y Huayhuay, y en la laguna de Huascacocha, el lago de Junín, de los Reyes o Chinchaycocha; la cuenca del río Mantaro, y la zona agrícola del Valle del Mantaro.

Sobre las aguas de las cuencas del río Mantaro y del lago de Junín, "se eliminan sin ningún tratamiento por parte de las compañías mineras cerca de 50.000 metros cúbicos anuales solamente procedentes de relaves", y tanto el lago Junín como el río Mantaro que nace de este lago, "se hallan contaminados".

Según Arauzo, el lago expande la contaminación a las zonas de pastoreo de la periferia cuando las compuertas del lago Upamayo se cierran para aumentar su volumen de agua. Por esta causa se estima que se han contaminado e inutilizado 80.000 hectáreas alrededor del lago, así como la fauna y flora en más del 80%. En 1978 en la Reserva Nacional de Junín, según datos de este experto, habían 368 especies de vegetales y 98 de aves; y en 1998, solamente quedaban 26 especies de vegetales y 36 de aves.

UNA GESTION IRRESPONSABLE.

El complejo metalúrgico de la Oroya agrava, según este experto, la contaminación del río Mantaro, --que ya nace contaminado del lago de Junín--, debido a que la compañía elimina tóxicos líquidos por 40 efluentes al río y al aire, 1.000 toneladas de dióxido de azufre, 2.500 toneladas de plomo, 2.500 toneladas de arsénico, 20 toneladas de cadmio y 20 toneladas de material particulado de promedio al día.

Solamente por la chimenea más alta de 167 metros de altura fluyen unas 24.000 toneladas producto de la combustión incompleta del carbón, sin contar los contaminantes tóxicos que elimina el complejo por las 94 chimeneas más pequeñas y el incinerador industrial con el que cuenta. "Desde que Doe Run se hizo cargo de la Oroya la emisión de los agentes tóxicos se ha incrementado", según el experto, que pone como ejemplo el dióxido de azufre, que aumentó en cerca del 300%.

Según Arauzo, incluso aunque se eliminaran los relaves y otros agentes tóxicos, pasarían al menos 500 años antes de la recuperación del ecosistema de la laguna Huascacocha, por ejemplo.

Un reciente estudio de la Asociación Interamericana de Defensa del Medio Ambiente citado por Arauzo demuestra que la calidad ambiental de la Oroya "se ha deteriorado seriamente desde que el complejo pasó a manos de Doe Run". Según informaciones proporcionadas por la propia empresa, las concentraciones de plomo se elevó en un 1,163%, las de arsénico en un 606% y las de cadmio en un 1,990% (datos de 2003).

De esta forma, los habitantes de la Oroya presentan altas concentraciones de plomo en sangre, siendo los más afectados niños, embarazadas, bebés recién nacidos y los propios trabajadores del complejo, según datos de un estudio de Niveles de Plomo en Sangre de la Población de la Oroya realizado por las autoridades en 2001.

"El río Mantaro es una cloaca de las compañías mineras, un río muerto cien por cien y profundamente contaminado, especialmente por metales pesados, con niveles de cobre y cadmio cuatro veces superiores a los permitido, con 13 veces más nivel de plomo del permitido, 30 veces más de hierro, y en ciertas épocas del año hasta 160 veces más de lo establecido", recalca el experto en el documento, recordando que "con este agua contaminada está irrigándose la zona agrícola del Valle".

A su juicio, y a modo de conclusión, Godofredo Arauzo apunta que "es muy preocupante que las compañías mineras y las autoridades a todos los niveles, concientes del enorme riesgo que generan estos contaminantes para la salud, la biodiversidad, los ecosistemas y el Medio Ambiente, no hayan dado prioridad ya a la solución de este problema y no haya eliminado la contaminación; y lo que es aún más grave: que las autoridades no lo exijan".