Tumbas en Halabja por ataque químico
REUTERS / THAIER AL-SUDANI
Publicado: domingo, 11 febrero 2018 9:00

Los yihadistas aprovechan la división y la falta de control de las autoridades iraníes

HALABJA (IRAK), 11 Feb. (Reuters/EP) -

Estado Islámico puede haber sido territorialmente derrotado en Irak y Siria pero su amenaza es palpable en varios puntos de la región y uno en particular: la frontera entre Irak e Irán, donde viven numerosas comunidades kurdas en la zona que se conoce coloquialmente como Tora Bora, el primer refugio del fallecido líder de Al Qaeda, Usama bin Laden, tras la invasión de Afganistán en 2001.

La presencia de Estado Islámico en la zona deriva de la compleja situación sectaria que existe en Irak y particularmente en la frontera, donde combaten milicianos contra yihadistas aunque ambos sean de origen kurdo, alimentados por las tensiones previas a la última guerra de Irak que comenzó ya hace 12 años.

A finales de enero, tres guardias revolucionarios iraníes fueron asesinados en la región de Bamo al repeler el asalto de una veintena de milicianos de Estado Islámico que se habían infiltrado desde Irak. Tres de los yihadistas detonaron chalecos explosivos y otros dos murieron en el enfrentamiento.

Días antes, los servicios de Inteligencia de Irán encontraron un alijo de armas en la ciudad de Marivan, en el lado iraní de la frontera, que incluía TNT, C4, detonadores electrónicos, granadas, municiones para ametralladoras AK-47 y granadas autopropulsadas.

Si se suman ambos acontecimientos, la idea es clara: Estado Islámico todavía tiene la capacidad de penetrar la densa red de seguridad de la República Islámica, un país que en gran medida ha logrado evitar la devastación provocada por el grupo en los países vecinos.

"Hoy (Estado Islámico) no necesita controlar un país (...) para afirmar que existen: les basta con llevar a cabo un atentado cualquier día", ha reconocido Hosein Dehghan, ex ministro de Defensa y ahora asesor del líder supremo, el gran ayatolá Alí Jamenei, dijo en una entrevista reciente con la agencia de noticias semi oficial de Tasnim.

Halabja, la ciudad más grande del lado iraquí, es recordada con mayor frecuencia por un ataque químico ordenado por el entonces presidente Sadam Husein en 1988 que dejó miles de muertos. Ahora se la concoce por la presencia de yihadistas en sus alrededores, y por los retratos de las fuerzas de seguridad kurdas iraquíes, conocidas como Peshmerga, muertas en la batalla contra Estado Islámico.

Un poco antes la invasión de Irak liderada por Estados Unidos en 2003, uno de los máximos responsables de la guerra sectaria que casi extermina al país, Abu Musab al Zarqawi, había sido responsabilizado de alimentar tensiones entre suníes y chiíes con su grupo Ansar al Islam, que se fusionó con Estado Islámico en 2014.

Tal fue el impacto de Al Zarqawi que muchos de los kurdos iraníes e iraquíes que ahora combaten del lado Estado Islámico son parte de una segunda generación de milicianos muy influenciados por el legado letal de Zarqawi, según funcionarios de seguridad iraquíes y comandantes peshmerga.

Los milicianos islamistas suníes ven a los chiíes, que constituyen la mayoría de la población de Irán, como apóstatas y han amenazado repetidamente con llevar a cabo ataques en la República Islámica. Los kurdos representan alrededor del diez por ciento de los iraníes y son predominantemente suníes.

En este sentido, el comandante peshmerga Hamai Hama Seid, afirma que los milicianos kurdos de Estado Islámico aprovechan su conocimiento del idioma y la región, así como fuertes lazos transfronterizos, para facilitar la entrada en Irán.

"Definitivamente existen vínculos entre los extremistas iraníes e iraquíes en los dos lados de la frontera", dijo Seid a Reuters en el pueblo fronterizo iraquí de Tawila, a solo unos cientos de metros de la frontera iraní. "Los milicianos explotan esta zona porque es montañosa, difícil y boscosa", ha añadido.

Además, muchos de los jóvenes tienen poca educación y tienen pocas oportunidades económicas, lo que permite que los reclutadores extremistas prosperen, dicen los oficiales de seguridad iraquíes y los comandantes de Peshmerga.

ATAQUE EN EL CORAZÓN DE IRÁN

El acto más grave de Estado Islámico en Irán tuvo lugar el 18 de junio, con un ataque contra el mausoleo del Imán Jomeini y la sede del Parlamento en la capital iraní, en los que fallecieron al menos 13 personas.

El ataque fue concebido por un militante iraquí que usaba el nombre de guerra de Abu Aisha, un alto comandante en una unidad de Estado Islámico que lucha en Irak y Siria y compuesta exclusivamente por kurdos, según el Ministerio de Inteligencia iraní.

Fotos publicadas en línea muestran a Abu Aisha, cuando era miembro de Ansar al Islam y antes de unirse al Estado Islámico, decapitando a peshmerga mientras vestía un atuendo tradicional kurdo.

En otoño de 2016, varios milicianos kurdos del Estado Islámico dirigidos por Abu Aisha llegaron a una aldea fronteriza iraquí cerca de Halabja para tratar de establecer una base de operaciones que pudiera llevar a cabo ataques tanto en Irán como en Irak, según funcionarios de seguridad iraquíes familiares.

Los peshmerga acabaron matando a Abú Aisha en diciembre de 2016, según los oficiales de seguridad iraquíes.

Los críticos del Gobierno iraní dicen que la República Islámica está recogiendo lo que sembraron en la zona, al abstenerse de tomar medidas más drásticas contra las milicias de la frontera dada su utilidad contra grupos laicos que se oponían al régimen clerical de Teherán. Uno de ellos es el Partido Democrático del Kurdistán iraní (PDKI), un grupo de oposición iraní que lucha por una mayor autonomía para la comunidad kurda.

Los responsables de los ataques de Teherán "estuvieron en la mayoría de las mezquitas en Kurdistán y difundieron propaganda, pero ninguno de ellos fue arrestado por la República Islámica", denunció Mohammad Saleh Ghaderi, representante del PDKI en Erbil.

De hecho, el Ministerio del Interior iraní divulgó el año pasado un informe en el que alertaba de la necesidad de incrementar las operaciones en la zona porque "no pasa un día sin que haya funerales de yihadistas kurdos en el Kurdistán iraní y el Kurdistán iraquí".

De no cortar de raíz la presencia yihadista, según el informe, "en el futuro veremos a una gran cantidad de kurdos iraníes ... que se unen al Estado Islámico".

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