Actualizado 07/07/2009 14:00

Andrés Aberasturi.- Algo no cuadra en "el caso Camps"

MADRID 7 Jul. (OTR/PRESS) -

Pese al respeto que merecen siempre -aunque se pueda y se deba discrepar si así se estima oportuno- las decisiones judiciales, sigue habiendo algo que no cuadra en el "caso Camps" pese a que el Tribunal Superior de Justicia de Valencia ha encontrado "suficientes indicios racionales" contra el presidente de la Comunidad Valenciana por los regalos que presuntamente ha recibido de la trama corrupta. No digo yo -y menos a falta del juicio oral y sin haber leído las razones del instructor- que no se haya producido, técnicamente, un caso de cohecho; eso lo tendrá que demostrar el fiscal en su momento. Pero sigue si cuadrarme del todo la relación entre lo presuntamente pagado a los políticos y lo no menos presuntamente ganado por la banda de Correa y sus compinches.

Según lo que uno va pillando de aquí y de allá, las empresas implicadas en la trama se llevaron contratos de varias decenas de millones de euros y al parecer ofrecieron a cambio de semejante chollo una lista de obsequios que -de no aparecer cosas de mayor valor- resulta verdaderamente cutre y desproporcionada a los ingresos obtenidos. La nueva lista de regalos que hacia pública "El País", da incluso un poco de vergüenza: trajes a 800€, chaquetas a 600€ y pantalones a 250€. A Pedro García, responsable de Canal 9, que es al único que conozco de los que aparecen en la lista, se le imputan nada menos que siete pantalones. No sé yo tanto pantalón así, de golpe, ni le veo a don Pedro un tipo con "fondo de armario", pero en fin*

Seguramente el problema, el único problema posible, es que los políticos implicados no hayan dicho la verdad o no puedan desmontar las posibles pruebas de culpabilidad que el jurado deberá valorar en su momento. Pero insisto en lo más llamativo del caso Correa en Valencia: la desproporción, la cutrez y por lo tanto la absoluta falta de correspondencia entre lo que teóricamente ganaban las empresas de Correa y "las comisiones en especie" que -teóricamente también- pagaban por esos contratos millonarios. Nadie en su sano juicio se deja sobornar por unos cuantos trajes o siete pantalones de la sin duda acreditada firma Milano aunque justo es reconocer que las hay mejores o de mayor calidad y, desde luego, de mayor precio.

En el año 87, no declaré a Hacienda diez mil duros de un par de conferencia. La pregunta es ¿somos iguales Madoff y yo? Es evidente que los dos somos, técnicamente, defraudadores, pero me temo que hay pequeñas aunque no desdeñables diferencias entre ambos. Pues eso.

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