MADRID 18 Sep. (OTR/PRESS) -
No era precisamente "buenísimo" (pedrada recurrente del Tea Party del PP), lo que despachó el Zapatero el último miércoles parlamentario en relación al futuro de Afganistán. Nada que ver con su abrupta decisión de salir del avispero de Irak en aquellas fundacionales horas pre-veraniegas de 2004. Ahora nos dice que nuestros soldados estarán en Afganistán hasta que haga falta. O sea, mientras esté en peligro la seguridad del mundo y, por supuesto, la de los españoles. O, dicho de otro modo, hasta que se haya cumplido la misión internacional de pacificación y reconstrucción.
"En nombre de la legalidad internacional", dijo Zapatero. Esa es una de las diferencias. En el caso de Irak fue en nombre de la real gana del presidente Aznar, muy propenso a la quema de incienso ante la Casa Blanca. No obstante, en nombre de la legalidad ahora y del artículo 33 entonces, se está reproduciendo la misma desafección por parte de los españoles. Escandalosa en el caso de Irak, como constata en sus memorias el ex primer ministro británico, Tony Blair. Y no tan escandalosa en el caso de Afganistán pero en aumento.
Las opiniones públicas de los cuarenta y siete países occidentales con tropas allí destacadas se van descolgando del apoyo inicial prestado a las resoluciones del Consejo de Seguridad. La primera, el día después de los atentados a las Torres Gemelas (1368, derecho a la legítima defensa). Y la segunda, como mandato de pacificación y reconstrucción (1386, Isaf, en el marco de la OTAN).
No es muy distinta la evolución que se ha ido percibiendo en el sentir de los españoles, a la vista de lo que cada día nos pone en la pista de que aquello ya es un avispero semejante al de Vietnam. Por eso estuvo perfectamente indicada la exigencia de Mariano Rajoy, como líder del principal partido de la oposición, para que el Gobierno explique con claridad a los españoles por qué y para qué tenemos una fuerza militar destacada en aquel zurrado rincón del mundo, y cuáles son las condiciones en las que viven nuestros soldados. Pero no acabamos de salir de dudas.
No menos realistas sonaron los argumentos de los grupos parlamentarios a la izquierda del PSOE (IU, ERC y BNG) al reclamar un calendario de retirada, ante el visible deterioro de las condiciones de nuestra misión. Cada vez más víctimas y cada vez más difícil la tarea de fundar un Estado viable. Y en ese punto reapareció el optimismo irrecuperable Zapatero, cuya crónica del conflicto nos invitaba a pensar que, de ser ciertos los datos que maneja, Afganistán va camino de convertirse en la Suiza de Oriente Medio. Y eso, la verdad, no se lo cree ni él.