Actualizado 17/04/2012 14:18

Antonio Casado.- La Corona en entredicho.

MADRID 17 Abr. (OTR/PRESS) -

Entre los silencios elocuentes de la clase política y el ruido de la calle (incluidas las redes sociales, que no es exactamente la calle pero nos remite al estado de ánimo de la gente), se ha ido abriendo paso un dictamen no favorable a la conducta del Rey. La privada, claro, que es inseparable de la pública cuando se trata de un Jefe de Estado exento de responsabilidades políticas y penales. Es el fondo de la cuestión. A don Juan Carlos no le afecta el principio de igualdad ante la ley. Su figura es constitucionalmente desigual respecto al común de los ciudadanos. Y eso le obliga a que su conducta pública y privada, pero especialmente la privada, sea desigualmente ejemplar. Más que cualquier otra conducta pública o privada. Está claro que no lo ha sido en el desdichado asunto de la caza de paquidermos.

También la conducta de Iñaki Urdangarín mereció el calificativo de "poco ejemplar". Fue la expresión oficialmente utilizada por la Casa del Rey para referirse a los asuntos privados y bastante turbios del marido la infanta doña Cristina. Lo que pasa es que al Rey no se le puede quitar de la foto por hacer en Botsuana (matar a elefantes indefensos) lo que estaría prohibido en España a la luz de nuestros valores. O, en el peor de los casos, por no hacer bien los deberes propios de su cargo.

Así que muchos han tirado por el camino del medio: si le molesta ejercer de Rey, que se vaya. No solamente quienes se confiesan republicanos de toda la vida. Este 14 de abril les ha venido con un pan debajo del brazo (un vídeo sobre la caza del elefante en Botsuana), como es el caso de IU o ERC. Me refiero, sobre todo, a Tomás Gómez, líder de los socialistas madrileños, que ha desbordado a los dirigentes nacionales de su partido con una declaración en la que pide claramente al Monarca que elija entre sus responsabilidades públicas o la abdicación.

La posición de Gómez no es la posición oficial del PSOE, cuya apuesta por la Monarquía Parlamentaria de 1978 es firme y está plenamente vigente, por lo que ha decidido adoptar una postura pública de "elocuente silencio" mientras en privado muestra una visible preocupación por lo ocurrido, justo cuando en las encuestas de valoración ciudadana la institución monárquica ya había empezado a caer. Conviene recordar que, según los sondeos oficiales del CIS, desde octubre del año pasado la Monarquía saca un suspenso. Concretamente, un 4,89 sobre 10. Jamás había ocurrido desde su reinstauración hace 34 años.

Sin embargo, el caso de la cadera averiada en la aventura de Botsuana puede significar un punto de no retorno en la vulgarización de las críticas a la Corona, que antes se formulaban siempre con sordina o simplemente se obviaban porque había voluntad expresa de mirar hacia otro lado o ser benevolentes con la figura de don Juan Carlos. Parece que todo eso ha terminado. Y ojalá sirva como una oportunidad para mejorar el funcionamiento de una institución que ha prestado grandes servicios a la España democrática de estas últimas décadas.

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