MADRID 21 Feb. (OTR/PRESS) -
En las postrimerías del franquismo, agredir a alguien por sus ideas era cosa de "fachas", prácticas fascistas contra la libertad de pensamiento y de expresión que la inmensa mayoría de los jóvenes universitarios de entonces condenábamos sin contemplaciones. "Camadas negras", les llamábamos. Solo desde las instancias gubernamentales se aplaudía o se callaba ante estos ataques; pero claro, aquello era una dictadura. No era normal, también hay que decirlo, que los conferenciantes contrarios al Régimen menudeasen por las universidades y los colegios mayores, pero, cuando alguno de ellos conseguía colarse por los márgenes del sistema, jamás estaba solo si aparecían los "fachas". No hacían falta escoltas: el público estudiantil actuaba como cordón "sanitario", y apagaba los abucheos con aplausos y gritos a favor de la democracia
Ahora, a estas "camadas negras", algunos políticos que se dicen demócratas y que ocupan puestos de responsabilidad en gobiernos como el gallego, el vasco, el catalán, e incluso en el "central", les llaman radicales, antisistema y, a veces, incluso patriotas nacionalistas. Todos "de izquierdas", eso sí, gente progresista; un poquito acalorada o directamente equivocada, vale, pero, no por su culpa, sino por "las provocaciones de la derecha". Como si el nacionalismo, que es un viaje a la Edad Media sin billete de vuelta, tuviera o hubiera tenido alguna vez algo que ver aunque sea de lejos con los valores éticos de "la izquierda" o de "la derecha" democráticas
El PP es, hoy, el partido que mejor simboliza -aunque no el único- la libertad cercada y cercenada por los "fachas" de hoy, porque quienes trataron de agredir a María San Gil en la Universidad de Santiago de Compostela "por pensar distinto", quienes no dejaron hablar a Dolors Nadal en la Universidad Pompeu Fabra de Barcelona "por pensar distinto", quienes acosaron a Rosa Díez en la Universidad Complutense de Madrid "por pensar distinto", y quienes desde hace años aporrean la libre circulación de las ideas en las universidades vascas por "pensar distinto", son "fachas". Callar o intentar disfrazar de "libertad de expresión" estos ataques contra la libertad, que es una e indivisible -o la hay para todos o no hay libertad- es de cobardes. Así llamábamos en la dictadura a los estudiantes y a los políticos que se decían demócratas pero invitaban (esto tampoco es nuevo) a taparse un ojo ante las agresiones de los "fachas" para no "provocar al Régimen". Y cobardes sigue siendo su nombre en democracia. La democracia es convivencia, o es convivencia o no es democracia. Quienes atentan contra la convivencia son "fachas". Quienes callan, cobardes.
Consuelo Sánchez-Vicente.