MADRID 27 Sep. (OTR/PRESS) -
Hay personajes que tienen mejor imagen fuera de sus países o de sus zonas de influencia que dentro de ellas. Algo de eso le pasa a Patxi López. Y si cuenta con amigos y compañeros como Zapatero, todavía le puede ir peor. Lo mismo le sucede a Woody Allen, cuyo fantástico cine tiene más reconocimiento y aprecio en Europa que en Estados Unidos. Y algo de eso le está sucediendo al presidente Obama, un líder carismático en todo el mundo y una figura en riesgo en Estados Unidos. Señalan los expertos que las próximas elecciones parciales del 2 de noviembre pueden hacerle perder la mayoría al Partido Demócrata en el Congreso, lo que sería un golpe muy duro para el presidente. Los demócratas no dudan de que van a perder, sólo se preguntan cuántos escaños van a irse a los republicanos.
En menos de dos años, Obama ha perdido buena parte de su crédito y no ha logrado ningún triunfo espectacular. La lista de problemas es muy grande y los logros escasos. La guerra de Afganistán sigue costando no sólo inversiones millonarias sino cientos de vidas y no parece que se esté cerca de ninguna solución real. Irak es otro agujero negro de la política norteamericana y la zona, se vayan o no las tropas norteamericanas, un polvorín. No se ha cerrado Guantánamo con todo lo que ello significa. La economía no arranca, el desempleo está en el 9,6 por ciento -casi el doble de lo habitual- y no ha servido para nada el macroplan de estímulo a la economía, hasta el punto de que ahora el presidente vuelve a anunciar otro plan millonario en inversiones. La competitividad de Estados Unidos se resiente y ya no es el primer país del mundo ni el segundo, sino el cuarto. El número de pobres crece y supera el 14 por ciento de la población, el mayor aumento en 51 años, La reforma sanitaria, que tanto coste político tuvo, no ha hecho bajar los seguros privados; al contrario, han subido, un síntoma de que los norteamericanos no creen en el cambio o no se fían del sistema público. La comunidad hispana o latina, fundamental en la victoria de Obama, sigue esperando hechos y no gestos. Hasta le han dimitido sus principales asesores, los responsables del plan para luchar contra la recesión y estimular el crecimiento
Si Obama no endereza pronto su rumbo, las dificultades pueden multiplicarse. Y los votos no los ganará en Europa o en otros lugares sino en casa. O tendrá que acostumbrarse a negociar las reformas pendientes. No se puede gobernar sólo con la imagen o el marketing ni el talante basta para salir de la crisis, pero sería malo para Estados Unidos y para el mundo que lo que Obama parecía significar acabara en un desastre, porque, tal vez, quien le sustituya puedan acabar con todas las esperanzas.