MADRID 5 Nov. (OTR/PRESS) -
No ha habido medio informativo, ni político o analista político que se precie que no haya reparado en la derrota de Obama y sus demócratas, y que no extraigan conclusiones de esa derrota electoral que habían presagiado las encuestas de opinión. Se espero hasta última hora, la explicación que, finalmente, aportó el propio presidente norteamericano, quien no dudó en calificar de "paliza" el pago de la factura que le han pasado sus conciudadanos. Factura, en primer lugar, por la crisis y por la forma de gestionarla que viene haciendo el presidente de los Estados Unidos, y que parece haber estado lejos de satisfacer a muchos ciudadanos. Las excusas y razonamientos de Obama podrían ser perfectamente aplicados a otras naciones, incluida la nuestra, en la que, de igual manera, los sondeos vienen presagiando una auténtica paliza a quien dirige los destinos de la política nacional. Primero, porque, en efecto, Obama se está teniendo que enfrentar a una crisis que se originó en el mandato de su antecesor Bush.
Es probable que se haya equivocado en algunas de las decisiones adoptadas, y que éstas, además de inútiles, hayan resultado costosas para el erario público. De eso también tenemos aquí buenas experiencias. Nadie parece estar en condiciones de afrontar una crisis de esa naturaleza y de esas dimensiones para la que se han ido buscando remedios a posteriori. Todavía estos días, la Reserva Federal norteamericana ha decidido "producir" seiscientos mil millones de dólares para afrontar un consumo que no termina de arrancar o de reanudarse. ¿Hay certeza de que ésa será una buena solución, o todo lo contrario? Por lo menos, a los países europeos del euro, la decisión de la FED no hace sino participar en la llamada "guerra de las divisas", que encarecerá considerablemente el precio de nuestra moneda, al abaratar la americana.
Obama también se ha excusado porque las gestiones y planteamientos efectuados por su Gobierno no han llegado a los ciudadanos. Está convencido de su oportunidad y bondad, pero también a él le ha faltado la comunicación, al igual que hace pocos días se lamentaban Zapatero y Rubalcaba. Los esfuerzos, por ejemplo, para crear empleo, no llegan a conocerse, y sobre todo, no llegan a tener eficacia. Como conclusión, Obama también reconoce que los resultados de estos comicios confirman lo que él mismo ha venido escuchando en las últimas semanas de sus compatriotas americanos: "La gente está frustrada por la situación económica y el empleo", aseguró. También es perfectamente aplicable a nuestra propia situación nacional de españoles.
La pérdida de escaños en las cámaras legislativas es fruto de este sentimiento de frustración entre los americanos. "No hay duda de cuál es la preocupación básica de los ciudadanos. A pesar de que ha habido progresos en el empleo con la creación de nuevos puestos de trabajo en el sector público, la gente no ha notado los avances, no han notado los progresos, por eso asumo la responsabilidad...", decía Obama en su reconocimiento de culpas. Como conclusión, Obama ha señalado que un posible punto de encuentro con su oposición, los republicanos, intentará fomentar la independencia energética y las rebajas fiscales. Otro reconocimiento de Obama: la burbuja de Washington propicia una desconexión con el ciudadano de a pie. Es lo que aquí llamamos "síndrome de la Moncloa", que aísla al presidente de turno de las preocupaciones de los ciudadanos.
El presidente indica que ahora, lo más importante es mirar hacia delante y "encontrar bases conjuntas para lograr avances", algo que reconoció no será fácil. "Encontrar un terreno común, hacer avanzar este país y conseguir cosas en favor del pueblo estadounidense", esos son los propósitos a los que mueve a actuar a Obama los resultados de las elecciones. Sobre todo, la en adelante inevitable colaboración con sus adversarios políticos, los republicanos: "Es cierto que sin el apoyo republicano no se podrá hacer nada", reconoció el presidente, "pero no me voy a adelantar a los acontecimientos. Espero que podamos hablar seriamente sobre los temas importantes, por eso lo que los dos partidos deben establecer ahora es un orden sobre las prioridades".
Demócratas y Republicanos están enfrentados por la retirada o el mantenimiento de las rebajas impuestas por Bush hace casi una década y que vencen en diciembre si el Congreso no las prorroga. El presidente estadounidense, Barack Obama, y la mayoría de los demócratas prefieren renovarlas sólo para quienes ganen hasta 200.000 dólares anuales, mientras que los republicanos quieren que esta extensión sea generalizada. A su vez, el nuevo portavoz de la renovada Cámara de Representantes, Boehner, ya ha planteado la necesidad de efectuar recortes del gasto... ¿Les suena el permanente paralelismo?