Actualizado 27/09/2010 14:00

José Cavero.- Los sindicalistas se esfuerzan por impulsar la huelga (y 2)

((Continuación de la anterior))

MADRID, 26 (OTR/PRESS)

Luego denuncia Méndez la existencia de una ofensiva desde ámbitos mediáticos que "consideran que las organizaciones sindicales somos el mayor obstáculo para aprovechar la crisis y debilitar nuestro sistema de protección social, abordar una última fase de las privatizaciones de ciertos servicios fundamentales y debilitar la negociación colectiva. Pero tengo la percepción de que el hecho de que incluyan en los Presupuestos la subida de impuestos a los más ricos a pocos días de la huelga, se debe a que el Gobierno acusa el impacto. No obstante, quiero decir que la reforma fiscal debe ser mucho más profunda que eso, debe recuperar impuestos, como patrimonio y sucesiones, y la capacidad recaudatoria del de sociedades. En el Gobierno hay ganas de que la huelga fracase, evidentemente. Están convencidos de que lo que hacen es lo mejor para el país, pero los hechos demostrarán que no es así, porque nos instalaremos en una situación de precariedad en el crecimiento por un largo periodo y en el mercado de trabajo. Hay quien en su fuero interno considera que las organizaciones de trabajadores son una especie de incordio, que hay que prescindir de ellas y si el país les da un varapalo no acudiendo a la huelga queda el campo expedito para el avance de la política neoliberal. El objetivo es dar el salto de gigante a la individualización del trabajo.

¿El fracaso de la huelga significará el adiós a los sindicatos? En absoluto. El éxito de la huelga no lo aplico tanto en la participación, pero el resultado va a ser bien visible. No contemplo un fracaso de los sindicatos; sería de la sociedad española que resignadamente asumiría que solo hay una manera de enfrentarse a esa situación. Los que nos dicen que estamos anquilosados, que son los mismos que nos halagaban hasta hace muy poco tiempo, se equivocan. El movimiento sindical está en permanente evolución y los sindicatos en España hemos demostrado una capacidad de adaptación a las nuevas circunstancias sociales y económicas, como ninguna organización. La legitimidad de los sindicatos está radicada en la representación democrática que se expresa en las elecciones sindicales cada cuatro años. Somos los depositarios del ejercicio constitucional de la huelga y con la convocatoria abrimos el cauce para que los trabajadores se expresen. En la pregunta hay latente un equívoco y es que se intenta trasladar que este es un juego entre los sindicatos y el Gobierno. Es un tema del conjunto de la sociedad porque de esta política no salen las soluciones que necesita este país.

Y, por el contrario, si triunfa la huelga, ¿qué debe hacer Zapatero? ¿Hay marcha atrás para la reforma? -se pregunta a continuación. Sí, una ley se cambia con otra ley. La reforma laboral es reversible, diga lo que diga Zapatero. González y Aznar dijeron lo mismo que está diciendo ahora él, que se mire en ellos. La alternativa que contemplamos es la rectificación, no hay otra. El juez contra la reforma laboral va a ser la realidad. Y en relación con las pensiones, me parece incomprensible que el Gobierno haya tirado por la borda el Pacto de Toledo.

Y otra cuestión aún: ¿No han sentido que están haciendo el juego al PP? En absoluto. Es incierto que con un Gobierno del PP hubiéramos convocado una huelga hace tiempo. Estos sindicatos tienen acreditada independencia como para no vincular sus decisiones al color de los Gobiernos. Ahora se insinúa que la huelga va a provocar la anticipación de la llegada del PP al Gobierno. Primero, no hay convocadas elecciones; segundo, la huelga no está convocada para cambiar el Gobierno, sino para que el Gobierno cambie las políticas que creemos que no comparte la mayoría de los trabajadores. A lo mejor es que se está suicidando. Pero llegados al extremo: se han escuchado gritos de ¡Zapatero dimisión!, pero yo no he escuchado ¡Rajoy al Gobierno! Y es los que gritaban eso pensaban que en la izquierda hay alternativas. Si cambia el ciclo político no es porque los sindicatos empujemos, sino porque el Gobierno lo precipita y, tal vez, la ciudadanía intuya que para hacer políticas de derechas más que el sucedáneo es mejor el genuino. La huelga la convocamos por motivos sociales y queremos cambios en la política. No vamos más allá. Que se abren expectativas para el PP, pues es una posibilidad que la marca la política del Gobierno. Hay quien dice que el mejor aliado de Zapatero es Rajoy. A lo mejor ahora hay que decir que el mejor aliado de Rajoy es Zapatero. En las bases sindicales hay decepción y cabreo con la izquierda gobernante, pero no hay expectativas en la derecha. El ataque tan virulento que sufrimos las organizaciones sindicales por parte de los que utilizan la libertad de información en el fondo expresa que el PP tiene más preocupación que el Gobierno por el alcance de la huelga, porque puede ser un revulsivo social de consecuencias irreversibles. Para nosotros muy esperanzadoras.

Ultimas cuestiones, sobre los servicios mínimos, reforzados en algunas CCAA del PP. No en todas. También es una insidia que el Gobierno, con los servicios mínimos, pretende facilitar la huelga. Se debería normalizar la relación de las instituciones con el derecho de huelga y fijar servicios esenciales y evitar el espectáculo lamentable que se produce cada vez que hay una huelga. Pero están aquéllos o aquéllas que parecen que quieren ser el perejil de todas las salsas, como ocurre en la Comunidad de Madrid. Es lamentable que negocie y al tiempo el Gobierno de la Comunidad se reúna para aprobar un decreto. Eso se llama negociar de mala fe, aunque tiene más palabras que lo pueden calificar. ¿Para qué fin? Para provocar un conflicto parecido al de la huelga del Metro de Madrid; para abundar en la dinámica de descalificación, o solo para ocupar espacio mediático. A lo mejor son las dos cosas. Para mí lo más relevante es que hemos llegado a un acuerdo en transporte de manera global y sería muy interesante que se trasladara a otros servicios esenciales. Lo más estridente siempre es lo de Madrid. En cualquier escenario, siempre gravita el hecho de que la presidenta [Esperanza Aguirre] quiera ser alternativa al Gobierno de la nación siendo previamente la alternativa al líder de la oposición y, claro, eso contamina las decisiones políticas, porque se ve como la referencia de la derecha más dura y neoliberal. Antes en Madrid había otro gobernante de derechas y no ocurría lo mismo.

No descartan los sindicalistas convocantes que "su" huelga fracase, y por eso se esfuerzan en evitarlo...

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