MADRID 2 Jun. (OTR/PRESS) -
He sentido una vergüenza infinita durante todas estas horas nefastas para los derechos humanos y para la libertad en el mundo. Es verdad que la reacción frente al bestial ataque israelí a la "Flotilla de la libertad" está siendo bastante contundente y muy solidaria con quienes portaban ayuda humanitaria para los desgraciados habitantes de Palestina, por parte de los Gobiernos, las instituciones internacionales y las organizaciones humanitarias y de derechos civiles de todo tipo. Pero la vergüenza que me invade es también por la flojedad y cobardía de la ONU y de Obama y la hipocresía infinita que el mundo suele mostrar al medir por distinto rasero a según qué Estados. Israel acaba de demostrar que es un Estado no sólo terrorista sino también pirata, al actuar así incluso en aguas internacionales. La hipocresía del distinto rasero ha venido protegiendo a Israel durante demasiados años, al tolerar sus tropelías, al tiempo que se condenaba y se atacaba sin piedad a otros Estados y dirigentes muchísimo menos dañinos. Véase Cuba, sin ir más lejos.
El comportamiento israelí es un peligro para la Humanidad y es un sarcasmo que los gobernantes de ese país se enfurezcan contra quienes violan mucho menos que ellos los derechos humanos. Es intolerable su desfachatez, además, para exigir el desarme nuclear a otros y permitírselo a sí mismos. Cuentan con la impunidad que les otorga la comunidad internacional, la última vez hace año y medio, cuando masacraron de nuevo al pueblo palestino en Gaza y le causaron mil quinientos muertos. Sinceramente creo que ha llegado la hora de que la ONU, la OTAN, el Gobierno americano, la UE, la Liga Árabe y su santa madre le digan hasta aquí hemos llegado y le exijan las responsabilidades con la misma urgencia que a otros agresores, además mucho menos sangrientos. Obama no puede fallarnos también en esto y lo mismo las organizaciones mencionadas. Lo contrario haría tambalearse los fundamentos de la paz mundial y pondría en dudas la efectividad de tantas instancias internacionales. Ha llegado la hora.